lunes, 3 de octubre de 2016

                                                                          A REY MUERTO

Hay quienes esperan tras la rendija a que caiga derrotado. Hay quien visiona lo ocurrido tras la muerte, intentando mangonear el futuro. Hay gente para casi cualquier trato, como bien sabe el máximo hacedor de ellos.
Cuando murió mi mujer, alguien me dijo que entonces empezaría a ver la maldad de la gente, y si que era cierto, por la estaba viendo justo en ese momento.
No hay suerte mayor que crecer entre superviviente que te amamante con consejos y proverbios que llevarte a la boca mellada. Pero por lo general tenemos que hacernos el sayo sin saber tejer y las polainas con costurones de alma. 
Somos Caminantes blancos, sin corazón que se nos pudra porque iba atado al ataúd  que cremamos.
Se lo llevo sin darse cuenta hilvanado a sus besos, sin saber quizás cuanto lo echaríamos de menos.
Hay quienes esperan tras la rendijas del poder, manejando datos, movié ndose como las musarañas en la oscuridad de los temenejes políticos. Hay algunos que ya fagocitarán creyéndose salvados o perdidos, en la ruleta de un trato que lo lleva a ocupar sillón  o a expulsarlo de la magia de sentirse por encima de los que allí lo pusieron. Desde que murió no me interesa casi nada, menos aún la política con sus sables envenenados. No me importa tampoco casi nadie, valorando más un gesto de buena voluntad que una parrafada. Me han dado muchas malas caras y alguna buena. He conocido mejor a muchas malas que nunca fueron buenas y a idiotas que se creen eterno y que tienen como todo el nombre puesto ya en la lápida del tiempo. No hay mayor suerte que te quieran como eres, con tus defectos hecho virtudes. No hay mejor fortuna que te apoyen en la desgracia y compartas lo poco que te han dejado los cuervos. Que la risa de tus hijos sea un logro diario en un mundo tan imperfecto. Hay quien esperan tras las rendijas a que caigas abatidos y roto, a que te desplomes cansado de tanta miseria humana, pero persiste porque naciste para partir las piernas en el empeño de llegar a buen puerto. No quieres un rey puesto, por mucho que tu león este ya muerto. No quiere nada que sea importante ni decisivo, solo que la levedad de los días no duele tanto, que las pestaña no sepan a salado y que la soledad no pliegue el eco de los recuerdos. Sabes que hay gentes malvadas, codiciosa y estúpida, pero aún así cree que si puedo existir el que era magia pura, la humanidad podría estar a salvo porque debe haber mas para esperanza nuestra.
Hay quienes como tú, que esperan que los arboles muten, que las hojas caigan y el mundo rule. Donde la vida sea algo más que levantarse y no tener a quien darles los buenos días, mirando por una ventana en la que aún no han puesto el día amaneciendo. Con un sol oscurecido, pero nunca vencido.

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