jueves, 10 de marzo de 2016

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Miedo y Política


lucrecialozano@itesm.mx    

Guatemala se apresta a realizar la segunda vuelta de sus comicios presidenciales el próximo 6 de noviembre. Los dos candidatos que contenderán tienen algo en común: sus posturas son extremadamente conservadoras y ambos proponen enfrentar la creciente criminalidad en el país con mano dura.
El temor de que los cárteles mexicanos sigan expandiendo su dominio en una sociedad lacerada por la pobreza y la inseguridad llevó al electorado a votar a favor de propuestas calificadas como de derecha en el espectro político.
Con slogans como "urge mano dura" y la promesa de reimplantar la pena de muerte, la elección del domingo 11 de septiembre atrajo una elevada participación del 68 por ciento de los electores.
La experiencia guatemalteca ofrece varias lecturas y lecciones. La primera es que ninguno de los candidatos finalistas alcanzó un porcentaje de votación superior al 40 por ciento, lo que refleja la dispersión del voto. La existencia de una segunda vuelta electoral permitirá subsanar este problema abriendo la oportunidad para que la fuerza ganadora alcance la mayoría.
La segunda es el perfil de los contendientes: uno de ellos, Otto Pérez Molina, cuyo Partido Patriota sumó el 36 por ciento de la primera ronda, es un General retirado, experto en contrainsurgencia y acusado por sus críticos de ser responsable de masacres cometidas por el Ejército contra aldeas mayas en el departamento del Quiché durante el conflicto armado que conmovió a Guatemala en los años 80 del siglo pasado.
La tercera es el uso instrumental que los dos partidos finalistas y otras fuerzas políticas han hecho del miedo como recurso para la movilización política y para generar el apoyo de la población. Es sobre este punto que quiero detenerme.
En México, como en otras partes de América Latina, se observa una clara tendencia política en algunos sectores de la población a estar dispuesta a renunciar a ciertos derechos políticos y libertades individuales en aras de garantizar la seguridad.
Vivimos una época en la que el miedo no sólo forma parte de nuestro entorno cotidiano, sino que además tiene un rostro ubicuo y múltiple. Tenemos miedo a la recesión económica, miedo a perder el empleo, miedo a la violencia del crimen organizado, miedo a que la delincuencia común nos asalte o nos secuestren.
En Europa, el miedo tiene el rostro de la recesión económica y del endeudamiento que afecta a Grecia y puede impactar negativamente sobre el euro y el crecimiento de la Unión Europea. También hay miedo a la creciente ola migratoria que repercute en países cuya población local muestra tasas negativas de crecimiento poblacional desde hace varios años.
En Estados Unidos el miedo lo provocan el desafío del terrorismo, el endeudamiento que amenaza con desquebrajar a su otrora poderosa economía, la presencia de miles de migrantes ilegales en el país, y el riesgo de perder la esencia de su identidad nacional. "¿Quiénes somos?" es el título de un controvertido libro que bajo esa perspectiva publicó el conocido politólogo conservador Samuel Huntington en 2004.
El miedo no es necesariamente algo malo. Puede convertirse en un impulso positivo para resolver y superar las condiciones que lo generan. En Europa, por ejemplo, tras la terrible experiencia de la Segunda Guerra Mundial, el temor de repetir un evento de esta naturaleza, luego de que en 1914 se viviera la Gran Guerra, condujo a emprender la reconstrucción del viejo continente. En esta tarea se incorporó a Alemania, detonadora de ambos conflictos, con la certeza de que ello permitiría construir un futuro de estabilidad y paz. Consecuencia de esta política fue la creación de la Comunidad Económica Europea, que años después se transformaría en la Unión Europea.
El miedo también puede ser paralizante y negativo, y conducir a sacrificar derechos civiles y políticos en aras de perseguir una falsa seguridad. Las personas, "para estar más seguras, correrán el riesgo de ser menos libres", afirma al respecto el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

Ésta es una disyuntiva que enfrentamos como sociedad: vivir con miedo o tenerle miedo al miedo, sin que esto último nos conduzca por el camino equivocado de renunciar a las libertades y derechos que hemos alcanzado con tanta lucha y esfuerzo.

Publicado en El Norte 14 Sept 2011

ACERCA DEL AUTOR

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La Dra. Lucrecia Lozano García es Profesora investigadora de la Escuela de Negocios, Ciencias Sociales y Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Monterrey

Lucrecia Lozano García es Doctora en Sociología con Mención Honorífica por la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y Maestra en Historia del Arte con Mención Cum Laude por la Universidad Iberoamericana. Es coautora de los libros: El agua y la Ciudad de México; La reestructuración mundial y América Latina; Centroamérica: una historia sin retoque; Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM/Ediciones El Día y Democracy under Siege. Autora de De Sandino al triunfo de la revolución y autora y coautora de mas de 32 artículos sobre democracia, sociedad y economía en América Latina y sobre las relaciones entre América Latina y Estados Unidos publicados en revistas especializadas de México, España, Estados Unidos, Italia, Venezuela, Puerto Rico, Guatemala y Costa Rica. Es editorialista del periódico El Norte desde Mayo de 1998.

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