sábado, 19 de marzo de 2016

                                                                        CAMPANAS

Nadie es una isla, completo en si mismo: cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se llevara una porción de tierra, toda Europa queda disminuida como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntas por quien doblan las campanas: doblan por ti". 
Esta cita corresponde al poeta metafisico John Donne y fue escrita en 1624. Luego Ernest Hemingway la utilizaría en su novela de 1940"Por quien doblan las campanas." 
Europa se cierra. cuando lo hace, muere. 
El principio de acuerdo de la semana pasada entre Turquía y Bruselas propone devolver a los refugiados y migrante a Turquía realojar en la UE unicamente a sirios y cerrar el paso a Europa por
la ruta de los Balcanes. De dudosa legalidad e incuestionable inmoralidad.
Hace tiempo que los europeos abandonamos a su suerte el espíritu de la ilustración, las lecciones aprendidas de las guerras y todo principio en el respeto más absoluto al ser humano por encima de consideraciones económica y política.
El día a día de la política de las instituciones europea y el manejo que los gobiernos nacionales hacen de ellas han permitido que los ciudadanos se desvinculen del hermoso proyecto de la Unión Europea y hasta del propio concepto de europea. Estamos más preocupados por la situación política y económica de cada una de nuestras naciones, creando al mismo tiempo fronteras interiores. Eramos una isla en el contexto global que debía servir de modelo. La idea era exportarlo, no levantar muros para que no se viera. La historia demuestra que solo avanzamos cuando nos impregnamos de otras culturas y dejamos que entre el aire fresco que traen los recién llegados.
Cerrar nuestra frontera a los refugiados no es solamente una inmoralidad que nos pervierte como seres humanos, también es de una obstinada ignorancia que nos pasará factura en un futuro no muy lejano.
Las campanas doblan por nosotros cuando murió Aylan Kurdi el niño sirio que se ahogo en la playa turca de Bodrum el pasado mes de septiembre. También lo hace cada vez que un refugiado, una persona desesperada, huye del error de la guerra y queda atrapado entre ese pasado dejado atrás y no logra alcanzar un futuro que estamos obligados a proporcionar.
Torpe y pobre nuestro destino. Desde hace mucho se escucha doblar las campanas y solamente se nos ocurre cerrar la ventana para no oírlas.





























2

No hay comentarios:

Publicar un comentario