sábado, 16 de abril de 2016

                                                       RESURRECCIÓN C+A

Con tanto hablar de Homeopatía, casi me olvido que estamos en Pascua. Gracias a Dios son 50 días y me queda aún tiempo.
El espíritu de la Resurrección llevado a la vida te hace ver la bondad y la amabilidad de las personas y de las cosas. Ese es el verdadero espíritu cristiano de la resurrección . Ver las cosas buenas que hay en cada ser. Disculpar lo feo, lo obsceno lo macabro y ayudar a superarlo desde una actitud positiva y comprensiva. Nadie cuenta lo feo si no es de un interior atormentado, nadie pinta lo macabro sino de lo oscuro de su corazón , nadie escribe lo yerto si no es de lo incierto de su desesperanza.
Pero cuando te encuentra con lo feo y lo macabro y lo estéril. debemos reaccionar con el espíritu de la Resurrección.
Un sacerdote explicaba recientemente que desde la creación  del mundo ( ese Big Ben Bang que puso en hora elBig Ben del universo ) no ha habido otro cambio sustancial hasta la Resurrección de Cristo. Si ha habido muchos cambios evolutivos, pero la Resurrección marca un hito porque no sigue las leyes natural de la evolución. Es otro big bang que se extiende en la medida que te dejas penetrar por su onda expansiva  que cala y lo renueva todo.
La psicología positiva actual enseña dos términos que están entroncados con esa realidad: la resiliencia y la asertividad.
La resiliencia es la capacidad de los seres vivos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas , se centra en la capacidad y valores positivos  de los seres humanos y no en sus debilidades y patología, como lo hace la psicología tradicional. la llamamos también entereza.
La asertividad suele definirse como un comportamiento en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones  y defiende sus derechos de forma constructiva. Actúa desde un estado interior de autoconfianza , en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Es la Regla de Oro que nos decía Jesús.

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