miércoles, 27 de abril de 2016

                                                                       AMAS

Escribir es como hacer ballet sobre la tela de una araña. Te impulsa y quieres coger pasos, pero siempre te sale el arácnido por poco que te estire. Te empeña y te levantas temprano, busca hueco, pero no hay manera porque si no el cartero en la olla, y si no el perro ladrando. Por muy temprano que se levante el día, ya no te ve la cara, como mucho la espalda encorvada, la gabardina puesta y el paraguas en mano, en busca del autobús para ir al curre, que hoy pasan lista.
El verano está aún muy lejos y la Feria no te abre boca más que para bostezar y dolerte la cabeza, que es gastadero de euros sin reposo para la guerra cotidiana. Las vacaciones no son, porque los niños están de perpetuo y los mayores y los ancianos y el cuidado y la cocina y los platos, que no por meterlo en el lavavajillas, se lavan solos.
El plasma arrecia machismo y te perfuma acompañada por un chulazo de tres al cuarto con el que debe prosperar por narices, porque huele bien y todo te va a salir de perilla si consume a lo grande. Te ves delgada a base de confabular con las dietas milagro, las caminatas a contrapelo y los juegos mágicos que te aconsejaro despiojando una cebolla y con unas muecas de jengibre. Estás hasta el cucharón y nadie te entiende, nadie te escucha tronar porque te pusieron una sardina y aún no has dado con loa clave para quitártela. Pero ya vislumbrar el futuro en el azul de tus pupilas. Estás cerca de la meta y los saboreas cuando te llaman por telefono y te sobran las magras, las amabilidades y la correcciónes lingúisticas, porque emparchas el papel con lo que te da la gana, aunque más de un parroquiano no le vea el sentido. Vampiros al cabo, de sangre nuestra, marujas al fin de multiples primas, de artista alineada y mucha cara para soportar todo el peso en la chepa que con el tiempo nos han ido poniendo. Demasiado peso, demasiada guasa, demasiada mansedumbre, la que tenemos con las ubres ya tan hinchadas, los ovarios abotonados y la lengua suelta. Amas somos de casa de guardar, hijos que prosperan y no olvidan , no resertean en el arte de la necedad y nos vanean como si fuéramos un virus en peligro de extinción . Pero aún así, sobrevivientas, mujeronas, crochetonas, y un pelín amargadas, porque somos carnes marinada en la Bahía de buen adobo y mejor catar. Nos hemos comido nuestro chulo y ahora lo vemos mermadito y quieto, dependiente de nosotras, muerto por nuestros huesos y aún así, masticada y descarnadas, no yermas, ni inactiva, ni fracasada, ni vencidas. Amas de nuestro propio cuerpo, de nuestro destino, de nuestra fe y nuestro sentimientos.
Escribir es padecer, armar la escopeta y dirigírtela al cuello, cegarte los ojos y mirar con las cuencas vacias, destornillarte el cerebro y amarrarlo en una jaula de pájaro y aún así, sobrevivir para comertelo.

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