jueves, 14 de abril de 2016

                                                         QUEMAR ANTES DE LEER

La Junta de Andalucía ha tratado de minimizar el episodio de la quema de documento en un descampado, descubierto por un ciudadano desde la ventanilla del Metro, al calificarlo como un 
"asunto intrascendente". Según el Gobierno andaluz, los documentos que fueron quemados en esta ocasión -el PP inspeccionó el terreno y dice haber detectado restos de una decena de hogueras- eran folletos, cartelería, trípticos y catálogos que carecían de valor alguno por tratarse de publicaciones obsoletas, destinadas a su eliminación tras haber estado durante ocho años en unos almacenes alquilados por un ente de la Consejería de Agricultura. La explicación demuestra la ineficacia y el despilfarro en el uso del dinero de todos los andaluces: la Junta gasta primero el dinero en la edición de supuesto material promocional que nadie ha leído porque no fue distribuido en su día, y luego se lo vuelve a gastar durante ocho años en alquiler de un almacén para dejarlo allí arrumbado. Por si ello no resulta suficientemente escandaloso, en vez de entregarlo en un punto limpio, como recomienda en su caso hagan los ciudadanos, o una de sus empresas que tienen contratadas como especialistas en la destrucción, les prende fuego en un descampado y deja fogatas humeantes, con el riesgo de provocar un incendio si hubiera saltado chispas o por la acción del viento. Si un ciudadano hubiese actuado de esta forma, habría sido sancionado. La chapuza oficial siempre se salva de la quema.

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