lunes, 7 de noviembre de 2016

                                                                      LA "NUEVA ESPAÑA"

A veces nos asalta un temor: ¿ y si nos estamos equivocando en nuestra apreciación del momento político ? ¿ y si los partidos constitucionalistas ya son incapaces de impulsar la regeneración y España necesita una catarsis como la que propone Podemos? ¿Y si la transición  no fue mas que ese chanchullo oligárquico  del que hablan los nuevos profetas? El sabado, tras ver el debate de investidura de Rajoy, se disipararón todas las dudas. Nada bueno, absolutamente nada, puede salir  de esa nueva España a la que Pablo Iglesias se refirió en su discurso con insistencia de anáfora y que tienes por principales aliados a individuos como Gabriel Rufián, de ERC u Oskar Matute de la antigua Herri Batasuna, alias Bildu, quien en uno de los momentos m´ñas siniestros del debate recibió ovación de la banca morada y las palmaditas en la espalda de Pablo Iglesias. lo dejaremos ahí.
Estelar fue la intervención del ciudadano Rufián. En su gesto desafiante, en su mirada fiera y en su verbo chulapo -más propio de un príncipe Chamberí que de un comerciante catalan- se observaba un rastro de rencor de otro tiempo, algo oscuro, lejano e inconfesable, de profundas raíces freudianas.
La actitud de Rufián tenia algo de suicida, pero había truco. El tribuno charnego sabia perfectamente que estaba a salvo en aquella cámara de mullidas alfombras y decadente señorías con
traje y corbata; conocía que la Constitución y las leyes del infame régimen del 78 lo protegen  y blindan. Su valor fue más parecido al de borracho blasfemo  que insultan a unas monjitas que al del orador revolucionario que se juega la lengua y la bolsa. En este caso, las sores fueron los diputados
del PSOE, quienes tuvieron  que tomar buena nota de la tabarra que les espera en los próximos meses.
La nueva España que nos promete Iglesias tiene más de palenque para pelea de gallo que de Arcadia, razón de más para que exijamos a los partidos constitucionalista que se apuren en acometer
el saneamiento que tanto sus estructuras internas como las instituciones del Estado requieren. Rajoy puede estar satisfecho de su  de su pírrica victoria, pero se engañará si cree que puede seguir amparado la corrupción y en la prepotencia de una clase política herida de muerte. solo con una regeneración a fondo nos libraremos de la nueva España en la que nos quieren encerrar los utópatas y sus compañeros de viaje.

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