jueves, 12 de mayo de 2016

                                                    VETOS POLÍTICOS EN DEMOCRACIA

La política es el arte de lo posible pero si los partidos, como el PSOE al PP , empieza poniéndose vetos se convierte en una misión imposible.

España dio un ejemplo al mundo cuando tras la muerte de Franco, el país, en vez de sumirse en una nueva guerra civil, protagonizo una modélica Transición a la Democracia, plasmada en la Constitución  de 1978, que aún perdura, y con unos Pactos de la Moncloa suscrito por todas las fuerzas políticas y agentes sociales para, primando el consenso, afrontar una crisis económica similar a la que sufrimos desde 2008. Aquel milagro fue posible gracias a que  enemigos, que lo habían sido a muerte en el campo de batalla, buscaron el entendimiento mediante el único instrumento posible: el dialogo y ponerse en el sitio del otro. Nadie vetó a nadie entonces y todos hablaron con todos. Así se pusieron las bases de la época de mayor prosperidad de nuestra historia.
Por fin fuimos un país homologable al resto y como tal admitido en todos los foros internacionales. Al contrario que en aquel tiempo, y pese al haber disfrutado de cuatro decenios de democracia, hoy asistimos a declaraciones como la de Susana Díaz y Pedro Sánchez de vetar al PP, en desacuerdo
con su política. Lo mismo podría hacer el PP respecto al PSOE , dado sus diferentes idearios, o el resto de los partidos de los demás si solo ponen el acento en sus diferencias y la presentaran  como irreconciliables. Ese no es el espíritu de la Transición  ni el de un sistema democrático, en que se trata de favorecer el dialogo permanente en busca de acuerdo y de gobernabilidad para no acabar en bloqueo como el actual. La política es el arte de lo posible, pero si los partidos empiezan poniéndose vetos unos a otros se convierte en una misión imposible.

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