jueves, 5 de mayo de 2016

                                                                 DIECIOCHO AÑOS DEL VERTIDO

Por ironía del destino, dos fechas consecutivas del mes de abril está marcada están marcadas en rojo para recordarnos dos graves catástrofes: el día 25, en este año se ha cumplido el XVIII aniversario del vertido toxico de la compañía sueca Boliden en Azalcóllar, en lo que fue la mayor catástrofe ecológica de la historia de España; y el 26, fecha en el que este 26 se ha rememorado el peor episodio en la historia de la industria nuclear, la explosión hace 30 años en un reactor de Chermobil
(Ucrania). Aunque la atención internacional ha estado centrada en la construcción del sarcófago del tamaño de un campo de fútbol con el que se proyecta recubrir el primitivo muy deteriorado que sirve de barrera a la radiación, en la sevillana cuenca del río Guuadiamar también se necesita medidas adicionales contra la contaminación por metales pesados, que aún persiste tras el vertido de siete millones de metros cúbicos de lodos tóxicos, los cuales inundaron 4.634 hectáreas en torno al cauce.
El Consejo Superior de Investigaciones Cientificas alerta que es preciso volver a limpiar, especialmente de arsénico y plomo, la cuenca alta del Guadimar porque con la urgencia de los primeros momentos no se eliminaron del todo los metales venenosos. Esos contaminantes persisten como una espada de Damocles sobre el medio natural y más temprano que tarde debería acometerse 
una retirada que incrementará la factura del vertido. El coste lo seguiremos pagando los contribuyentes porque nuestra Administración dejo que Boliden se fuera de rosita: en Aznalcóllar nunca se cumplió el principio de que quien contamina, paga.

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