lunes, 12 de septiembre de 2016

                                                                        CAPRICHO

Tenemos alergia a los pactos. Al candidato que ha perdido por 170 a 180 votos se le ha atragantado incluso su socio Albert Rivera, a quien no menciona y a cuyo partido Ciudadano ha citado en pleno de igualdad con el partido Aragones Regionalista ¡que no tiene ni un solo diputado en el congreso! Rajoy no se ha hecho querer en la investidura menos emocionante de la democracia. Un debate sin interés :resultado pregonado y contenido poco flexible, salvo en el caso del citado Rivera que puede page cara en unas terceras elecciones su saludable disposición al acuerdo. 
Al final, el balance de la fracasada investidura es que no hay ganador. Ni aritmético ni político. Rajoy no. Estuvo tristón el primer día, como si no le interesara el envite. Ninguneó a Rivera, por el que parece sentir el mas mínimo afecto. Lo debe considerar un intruso en el espacio que antes dominaba el PP en solitario. El Partido Popular de Aznar consiguió aunar en una sola fuerza todo lo que iba desde la frontera de la socialdemocracia hasta más allá de la extrema derecha. Una coalición  de facto de conservadores, ultraconservadores, liberales (algunos) y democristiano (pocos). Está ultima familia siemppre ha escaseado en España. Y sin embargo, ha sido pieza sencial en la creación del estado de bienestar europeo, junto a los socialistas. El español es un caso único en Europa, a pesar de que Rajoy dijo en el debate que su partido es similar a otros del viejo continente. No. Ocupa un espacio que en cualquier país del norte, centro o sur de Europa se reparten entre tres, cuatro y hasta cincos formaciones políticas. De ahi que ahora miren desde el PP a C"s como unos advenedizos. La aparición de un genuino partido liberal rompe por el centro la gran coalición aznariana. 
Pedro Sánchez tampoco sale ganador, pero se abraza al no como una tabla de salvación personal. Su duro discurso contra la indiferencia del Gobierno popular ante los costes sociales de la política de austeridad y sobre los costes morales de la ola de corrupción en el seno del PP deja poco resquicio  a un cambio de voto. Camino de la tercera votación en un año. Sanchez se asienta a pesar de sus derrotas. A veces hasta hace olvidar que es líder del PSOE por acidente. O por capricho: el de Susana Díaz en 2014, cuando quiso castigar a Medina apostando por el rival más débil.
Rajoy también es un líder por capricho: el ndel dedo de Aznar en 2003. Ninguno se lo ganó él solito. Ahora deben andar paseando por unas nuevas elecciones le benefician. A ambos. Y las prefieren a un pacto.                                             

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