miércoles, 7 de octubre de 2015

LA VIDA SIGUE IGUAL

Será astenia pero los políticos me aburren un huevo. Me asquea el juicio de Porto y Basterra, las lagrimas de ella y los brazos cruzados de el. Me da pereza y hastío el principio de curso y las mismas gentes las mismas charlas y las mismas caras.
Ya ni la grosería de Gran Hermano nos dan marcha, porque estamos fosilizados  y a punto de vomitar verdín. Son las hormonas mañaneras que apuntan ya en la época de Manu Castro, y que él le llamaba gripe de la columnista.
La doble si que me renueva los ánimos, y eso es la mala haba, por no llamarla mala láctea, que se reparten algunos dosificar desde los parvularios.
Ya dijo Cela que con sobrevivir no basta, que no era sino traducido del gallego, no que quien aguanta llega, sino que la lluvia radioactiva  de la mala sangre de algunos no te supera, está a un capicua del cielo. Es curioso porque las gentes no se afanan en llegar, ni en prosperar, ni en ser mas grandes y mejor persona, sino en jorobar a cuantos más y más profundamente, mejor.
A los niños no se le mete en deporte, para que estén sanos sino, para quitárselo de encima o para presumir , o porque creen que serán Paus de tirar balones que ellos recogerán convertido en euros.
Esa fe en el fin, les vale para maldecir, patear y verborrear en arameo en gradas estupefactas, animando a sus proles a imitar a Conan  machacando cabezas o pateando nalgas a lo Van Damme, todo sea que el seleccionador vea al angelito haciendo proezas.
Tampoco es rara la amistad para copiar deberes o el estudiar con otro al que luego ni saluda o pelotear al empollón justo antes de los exámenes, que ya se sabe que los empollones, los gordítos los diferentes en las aulas, desaparecen en época de farándulas excursiones y otras inventivas que nada que tenga que ver con los estudios.
Tengo el estomago revuelto de aguantar tanta estulticia, de la Porto llorando, del Basterra detrás 
y de tener que tragar que digan de que no se haga un juicio paralelo. Pues sepan, que yo voy a hacer lo que me dé la gana y voy a decir lo que me apetezca.
Cuando el de la grada empiece a berrear, le mirare fijamente a ver si Medusa me infunde poder y lo convierto en calicha que prevenir a incautos derrochadores de verborrea  agresiva y sectaria.
Lo de los Dioses me lo callo que con la que está cayendo, diez mentiras en cien días me parece fantaíia, en un país polítizado  con plasma en declarativa y panfletos propagandísticos que costaron unas gónadas.
La igualdad no está en tapar al maromo con una mesa camilla, sino en que planche y saque a la basura. Pero ya saben, no me crean, es la astenia y las hormonas que me pueden, como las primeras sandalias o a Moisés, las tablas.


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