sábado, 24 de octubre de 2015

ADIÓS A LOS TIRA Y AFLOJA

Tras un lustro del caso ERE y deseando, yo al menos, que de una vez por toda comiencen a sentarse en el banquillo de los acusados los implicados en la trama, los propios jueces han terminado arrebatándole a Mercedes Alaya la instrucción que le ha echo famosa y que, a pesar de haber solicitado irse a la Audiencia de Sevilla, quería mantener bajo su tutela a toda costa. Y lo cierto es que se veía venir.
Al margen de la instrucciones de los casos de corrupción en los que mas se ha centrado Alaya, su forma de actuar no ha sido precisamente la que acarrea muchos amigos, al margen de los imputados, que esos tienen un motivo para que no les caiga simpática. Ha recibido criticas por su actuación con respecto a las fuerzas de seguridad, excluyendo en la mayoría de los casos a la Policía Nacional en beneficio de la Guardia Civil. Tampoco es que haya recibido muchos loas por parte de los abogados con lo que ha tenido que tratar en sus interminables sesiones interrogatorias, con jornadas maratonianas y vuelta al calabozo de más de un implicado que han sido objetos  de alguna que otra queja. Y la labor periodística "secuestro" de móvil incluido, tampoco es que la haya
facilitado.
Pero de donde siempre ha recibido más críticas, la mayoría de ellas suavizadas por ellos mismos para no interferir, ha sido de la propia judicatura (y no incluyo ahí algunos juristas metidos en política).
Empezando por los fiscales y terminando por los miembros de la Audiencia o tribunales superiores que han provocado y cuestionado sus autos y decisiones judiciales, los problemas más llamativos se han dado siempre dentro o junto a su despacho, con los sustitutos  y los jueces de apoyo, hasta que llego la titular de la plaza que había abandonado Alaya, que ha tenido que defender con uñas y dientes judiciales lo que considera que ahora es su instrucción.
A Alaya quizás le haya podido el ansia de llegar hasta el final con un caso cuyos recovecos parece que conoces al dedillo. Pero la independencia judicial se demuestra cuando una instrucción tiene una base acusatoria fuerte y sentada en echos constrastados, punible hasta el punto de poder llevar a un expresidente de la Junta al banquillo. Y ahora la independencia la representa la jueza Nuñez 


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