viernes, 27 de junio de 2014

DE BUENA TOGA


No somos los nacidos entre piedras ostioneras - aqbdicadores de voluntades, si no mas bien ostionados y capaces. Si no me creen, preguntele a Napoleón que se peinó los rizos de las pestañas, con incidencias guerreras, en el istmo. Somos de cabeza hueca, pero revestida de piedra, porque provenimos ede las entrañas de un tómbolo y no me jodan el parafraseo, que no es lo otro, aunque tambien juguemos nuestro destino entre las cuerdas finas del paro y necesidades, que ahuyentamos con carnavales y Semana Santa. Somos prodrigadores de cariño y por eso, pregonamos nuestras faltas en cualquier lugar del mundo, que ya se sabe que un gaditano no lo es menos por pisar con chanclas la tierra en que Jesus primero sus huellas. No multiplicamos porque el calor lo da y la buena pringá y el lomo con manteca, que ya no señoreamos en la mesa, porque el costo del jornal se lo queda la incidencia de sellar con frustación la cartilla del paro. Pero aún así mellados, peleamos y no nos meten un gol, aunque tengamos las dos ancas rotas y los botones de la solapa descocidos. No tenemos sueldos de estrellas, no firmamos ejemplares de la feria del libro, ni nos siguen como si fueramos gurús miles de señoras vetustas, que ven en nuestros consejos savia viva para geerar su odio por los machitos toreros. Nosotros nos conformamos con una sillita de playa que duré lo que la temporada, que aqui dura casi seis meses y se sabe que Loreto Barragan la inaugura antes de que acabe Semana Santa y aún son los octubres y ella sigue alli perenne sentada echando raices de algas, persistente. Y eso no enmarca, nos colicionas con las definiciones y nos hace charca de rana, porque nos unificas en los raigones del alma, en esa callejuela que la Zurita pone en las fotos del estado y que muchas como yo misma -  patéabamos con tacones desmochados, por tanto como andábamos, sin cambiar las tapas. Y es  se nos sube el alma y se nos baján los kilos cuando notamos que la gravedad es lo que tiene y solo el mar acalla, porque reflota hasta lo hundido, aunque no por  desgracia el poderio de Navantia. Somos acero fundido, tirados en formas de remaches, a la fuerza que nos contenia, no nuestra ira, no nuestreo arrojo, no nuestra esencia, sino nuestra meta, de trabajar como fuera, que si fueramos futbolistas otro gallo nos cantaria, que nos partian las piernas, pero no nos ganaban, porque entablillábamos la porteria, enladrillabamos el estadio y haciendo pererias como el retaco, que conquisto Europa, pero tuvo que acordarse de nuestros cascos y todo por un rey feo, gordiflón y retranco. Menos mal que las cosas han cambiado y hemos aprendido, a no desmochar los tacones, porque los llevamos planos, a saber perder partido y dejarnos gobernar, solo por los sietes sentidos.

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