lunes, 20 de octubre de 2014

EL AROMA DEL MAGO

Jorge Bezares
En los treintas años que lleva en el periodismo, uno de los mayores regalos que le han dado en su oficio ha sido conocer a Jorge Alberto González Barilla, el Magico González en America el Magico González en Cádiz. Por accidente acabé en la temporada 1987-1988 en la sección de deporte de Diario de Cádiz y me tocó cubrir los partidos de fuera de casa del Cádiz CF, entonces bajo el mando de Victor Esparrago en una nueva etapa en Primera División que había arrancado dos temporadas ante cuando el mayor de los hermanos Mejias eras el capitán general. Como no podía de ser de otra forma, conocí al mago y disfruté posiblemente de uno de sus últimos años en forma. Mucho de la culpa de ello la tuvieran Esparrago y Ramón Blanco que no supieron imponerle una diciplina ferrea con guantes de seda. Solo en Vigo descarrilo antes de un partido. Aunque años antes había marcado goles memorables, como el que fabrico en Carranza ante el Racing de Santander u otro que le endosó al Brcelona en un Carranza tras una de sus frecuentes juergas gaditanas, yo fui testigo del tanto antologico que le endosó al Valencia en Mestalla. Arranco en el centro del campo con la pelota pegada al empeine del pie derecho, avanzo como flotando sobre el céspe y supero a todos los valencianistas que le salieron al paso hasta llegar a Giner, a quien derrotó con un quiebro sobre la marcha que acabó con el entonces central internacional en la enfermería. Cuando le salio Sampere le pico el balón hacia el cielo con una mecánica de los virtuosos esta cayó y cayó como un meteorito hasta besar suavemente las mallas del Valencia.
De aquel año de la gloria cadista me salio muchos años mas tarde un cuento magico, titulado "la final jamas contada", un homenaje al propio Mago, a mis queridos McCarty y Kiki, con quien compartí unas ostras en el Mercado de la Piedra de Vigo de infausto recuerdo, y a aquella generación de futbolistas que consiguió la mejor clasificación de la historia del Cádiz en primera División, el decimosegundo puesto. Mi devoción amarilla se vio recompensada años despues cuando pude disfrutar de mi sobrino Juanjo Bezares, enfundándose los mismos colores que Magico Gonzales
con Esparrago en su segunda etapa. Escribo este articulo después de que el gambeteo de Isco frente a la muralla serbia me trajera el mismo aroma canela en rama que desprende siempre el fÚtbol del
MAGO.


 
















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