Estos antecedentes nos ponen frente al espejo de nuestras responsabilidades ante la actual coyuntura de la crisis humanitaria que afrontan millones de personas que vienen de zonas de guerra o de terrorismo. No se trata de emigración económica sino de peticiones de refugios de personas que huyen de un país con un Estado quebrado y en manos de bandas sin control, como el caso de Libia o en guerra civil abierta como Siria.
Nunca se puede defender con un mínimo de responsabilidad, una política de puerta abierta - de par en par - para que entre en el interior de las fronteras de la Unión Europea todo aquel que quiera. Es absurdo pensar eso basándose en los derechos de las personas a la movilidad. Ningún derecho puede ser absoluto porque obtiene los limites lógicos de los derechos de los demás.
Pero no es eso lo que esta en juego sino afrontar la mayor crisis humanitaria tras la Segunda Guerra Mundial.
Grecia e Italia han recogido ya - por tierra y mar - a mas de 250.000 refugiado y Alemania podria llegar hasta los 800.000 y, con este panorama, España se ha estado negando a rajatabla a recibir más de 1.300 hasta la reunión de Rajoy con Merkel, el día que la canciller anunciaba que si la situación continuaba así se derogaria el tratado de Schengen el instrumento por el que de verdad visualiza el ciudadano que pertenecemos a una verdadera Unión política y no un mero pacto económico, financiero o de carácter aduanero. Nuestros estudiantes de Erasmus son los que mejor lo saben. En esto ¡Ni un paso atrás!.
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