sábado, 19 de septiembre de 2015

ARACELI, DELFINA, ELVIRA Y VIRGILIO

Sobrecogido y emocionado. Así-estoy seguro que a sido el estado en que a quedado el oyente que escucho un programa  del domingo por la mañana en la cadena SER. Contaba la historia de cuatro niños españoles de la guerra civil. Yo lloré -no me importa reconocerlo-  al oír de su propia voz sus historias estremecedoras. Araceli salió del puerto de gijón  en dirección de San Petesburgo con escala en Francia y Londres y acosada como los restantes 1.100 niños por el barco de guerra "Almirante Cervera" en manos de los sublevados. Sus sufrimientos no acabaron en la Unión Sovietica porque tubo que escapar pocos años más tarde de los ataque de la aviación alemana sobre Odesa y termino en Samarcanda, en su huida hacia el Asia Central. Tras decenas de años vio a sus padres en La Habana por mediación personal de Che Guevara. Ahora reposa con 100 años en su Gijón natal. Elvira escapó por Santurce en dirección a Francia con sus seis hermanos y logro sobrevivir unos años gracias a familia de acogida en las cercanías de París. Le llamaron "española de mierda" y "cerda extranjera" y se defendió con las fuerzas de una niña sola ante el acoso y venció. Sus cartas solo pudieron llegar a su familia vía Argentina. Delfina se fue por la frontera francesa desde Barcelona, donde su padre arreglaba las comunicaciones telefónicas. Con siete años atravesó los Pirineos. Su padre paso por el mismo campo  de refugiados  del sur de Francia que otros 100.000 compatriotas en una para ellos mucho más que amarga Costa Azul mientra que ella estaba en la Bretaña Francesa. Virgilio, del pueblo cordobés de Espejo, como otros tantos, participa en la guerra de España en el bando republicano y sigue en la resistencia francesa y en los campos de trabajo para terminar, detenido por los nazis, en el campo de concentración de Buchenwald, donde ante la huida nazi, ellos mismos se liberan con las armas que fabricaban. Todos rondan o sobrepasan los 100 años. Los cuatros fueron refugiados y lo pueden contar. Pero no lo pueden ni quieren olvidar. Miles murieron de frío y hambre, de pena y penalidades. Araceli, Delfina, Elvira y Virgilio prefieren la dignidad al olvido. Y otros muchos pasan por lo mismo que aquellos niños de la guerra.

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