martes, 8 de septiembre de 2015

ALGO VIEJO

Las vacaciones no reponen y menos las mías. No he parado de escribir y me ha caído algún premio. Lo viejo. Los niños han berreado, como si en vez de laringe tuvieran tubos de escape. Los mayores han salido y entrado para recordarme que los calores no son de agosto sino de las oscilaciones hormonales. Lo viejo. Los días ya han pasado y ya estamos de nuevo aquí, sin mérito que nos honre, ni paga que nos guarde las espaldas.
Angel Mozo no, porque voló donde los poetas y cuentista duermen, donde los filósofo y gentes de mucha parla y poco billetero, juegan a las cartas con la Canina.
No necesitan dinero los que solo gastan tinta y dan manos llenas, como él, convidando a lugares comunes, a recuerdos y anécdotas. No necesitaba nada ese hombre que no andaba con los tiempos, sino con la historia, más que amigo de ideas, conocidos de bocacalle y una compañera que lo era todo. Sabía más que nadie , Angel , de la pequeña barca en la marea, de esa ingrata que a los suyos bambolea y a lo lejano acuna. Lo viejo. Me ha dado coraje. He sentido tristeza por su allegados, dolor por lo que perdemos su sabiduría. Pero el escozor  de que lo mucho que dio no se tuviera presente, si que me ha llenado por entero. No hacemos tiempo y nos borramos, nos disolvemos como azucarillos en el agua de la vida. Envejecemos y se nos aparta de aquello que amamos y de todo lo que somos, porque la vida discurre rápida la crisis mata el talento y los sirios no son sino metáfora de cada uno de nosotros vagando, buscando nuestro sitio en la tierra. Lo viejo. He vuelto, hipotéticamente, de vacaciones no pagada, de descanso no logrado, de vuelta y más vueltas en la rueda de un hamster. Me ha dado coraje y no me repongo, será la cagada de un psigcologo que dirá algo sobre retorno, pero las teclas son pesadas  y no dan su ritmo adecuado. Lo viejo. Quizás es que Angel ya no está porque se ha ido en dos necrológicas que no hacen justicia a los muchos años que se llevó  tejiendo artículos y buscando reseña y apilando cosas, que como decía él "eran mérito de amigos que se pasaban". Me asombra la cantidad de artículos que podia llegar a escribir y se lo dije y no le tomó cuenta, hombre jovial y divertido, de verbo fácil. Lo que si me dijo es que lo que yo hacia, gustaba a su compañera. Por ella, van estas lagunas, estas banalidades, estas obviedades, que componemos lo que como Ángel, no sabemos dejar las dactilares quietas. Lo viejo, que nos atormenta.
La oscuridad que nos llama y que parámos como un folio blanco, levantando en señal de tregua.

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