miércoles, 8 de junio de 2016

                                                           ¿QUE DESEA CABALLERO?

Hoy día resulta agotador el deficit de educación que muestra algunos dependientes, camareros, y en general empleados que atiende al publico -no todos, claro está-. En realidad esto es algo que atañe no solo a este colectivo, sino a la propia sociedad en general (¡hay. esa LOGSE!), aunque choca mas en personas que por su profesión están obligadas al trato correcto.
Una practica extendida entre los dependientes de grandes firmas, incluida que hasta hace poco era
modelica es la de hablar de sus cosas en voz alta delante del cliente (¡y que alto se habla en España!, especialmente de las referidas a sus intereses laborales: "¿ Te han pagado ya el complemento, Manolo?" o "¿entras esta tarde?". Pero también de sus vidas: "hoy el niño no me ha dejado pegar ojo", o cosas así. Mientras, el cliente aguarda pacientamente a que se acabe la conversación.
Si solo fuera eso, he llegado a presenciar cómo una dependienta de un supercado de Sevilla cantaba una copla ante la misma barba de los clientes, y lo que es peor, del responsable, sin que ocurrierse nada. Esto por no extenderme en la dificultad de que alguien te atienda hoy, eres tue el que debe buscar al dependiente de turno, que finalmente accede a ti como si fuera un favor.
Hay algunos que a bsa de hablar a todo el mundo de tú, han olvidado, o nunca lo han sabido, conjugar los correspondientes tiempos verbales de la segunda persona con el usted: "ve al probador que ahora voy" en vez de "vayan al probador"
Entre los camareros no es infrecuente, por desgracia, traer la cerveza con los dedos puesto en la parte superior del vaso, justo donde vamos a poner los labios para beber no mirar a las mesas  para evitar tener que atendelas, o qué casualidad, olvidarse siempre del agua que se le ha pedido.
Incluso cuando se quiere ser educado, cosa que en si se agradece, no se termina de acertar. Lo de 
"caballero por aqui y por allá lo estropea todo. Yo siempre he oído  de pequeño decir a mis mayores, "no moleste a ese señor", y nunca "no moleste a ese caballero", palabra muy propia de una tombolá que se ponia en una plaza: "¡ Premio para la señora, premio parab el caballero"?, le preguntarón a uno en un bar. Un café con leche para mi. Al caballo le pone un cubatita.

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