domingo, 6 de julio de 2014

NUNCA RETES A UNA MUJER

La CIA tenia una vacante para un agente especializado en ejecuciones.
Después de evaluar a algunos aspirantes quedan finalmente dos hombres y una mujer. Llega el día de la prueba final y, para definir quien conseguiría el trabajo, los agentes que administran la prueba llevaron a uno de los hombres a una puerta grande de metal y le dieron un arma.
Debemos confirmar que usted seguirá nuestras instrucciones, no importa bajo que circunstancia, "le explícaron": "Dentro de este sitio, usted encontrara a su esposa sentada en una silla. Tome este arma y mátela."
El hombre con una cara de asombro le dijo: "Ud no puede estar hablando en serio. Yo nunca podria matar a mi propia esposa."
"Bien - dijo un agente, - Entonces usted definitivamente no es la persona adecuada para este trabajo."
Así que trajeron al segundo hombre a la misma puerta, le entregan el arma y le explican los mismos parámetros de la prueba.
El segundo hombre miró algo sobresaltado, pero sin embargo tomó el arma y entro en el cuarto. Todo estuvo en silencio durante cinco minutos. Entonce la puerta se abrió.
El hombre salio del cuarto con lagrimas en los ojos y dijo: "intente matarla, pero simplemente no pude apretar el gatillo. Supongo que no soy el hombre adecuado para este trabajo".
Los agentes contestaron: "No, usted no tiene lo que se necesita para esto. Tome a su esposa y vallase a casa".
Ahora solo le quedaba la mujer. La conducen a la misma puerta y le dan la misma arma. "Como prueba final debemos estar seguro de que usted seguirá las instrucciones sin importar las circunstancias, dentro encontrara a su marido sentado en una silla. Tome esta arma y mátelo."
La mujer tomo el arma y abrió la puerta. Antes incluso de que la puerta se cerrara completamente, los agentes oyeron a la mujer descargar el arma completamente, uno por uno, cada tiro disponible en el cargador. Entonces el mismo infierno se apodero de aquel cuarto. Se oyeron gritos, desgarramientos, golpes en las paredes. Esto continuo durante varios minutos y, finalmente todo quedó en silencio.
La puerta se abrió lentamente, y allí estaba parada la mujer. Se limpio el sudor de la frente y dijo:
¿Por qué no me dijeron que eran balas de fogueo? ¡¡¡Tuve que matar al hijoputa a silletazos!!!.




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