domingo, 27 de julio de 2014

EL MITO DE LA MUJER FATAL

Carlos Marx escribió de que "un fantasma recorre España, el fantasma del comunismo" un mito para explicar el devenir de la humanidad y que no ha originado nada mas que guerra y cataclismo. Paralelamente se ha reescritro muchos mitos para poder sobrevivir a los acontecimientos que producen pavor a los contemporáneos. El malestar en la cultura que nos diría Sigmund Freud.
Uno de ello es la leyenda de la "mujer fatal" que subyuga a los hombres causándoles su perdición. Este relato arranca  desde el Antiguo Testamento, recordamos el episodio de Adan y Eva. Dios puso a Adan y Eva en el jardín del Edén para probar su fidelidad y obediencia les dio mandato de comer de todos los frutos del huerto, excepto uno, uno los del árbol de la ciencia del bien y del mal, indicando a nuestros primeros padres que si comían los frutos de él, iban a morir. La serpiente engaño a Eva; la cual comió del fruto prohibido porque seria como Dios. Eva viendo que era "bueno para comer y que era agradable a los ojos", le dio de comer también a su marido.
Más allá de la Biblia que señala a Eva  que podemos señalar como la primera mujer fatal, de la perdida de los jardines del paraíso. En el ámbito de la historia, aparecerá poco a poco un elenco que asombra por su cantidad de imágenes de mujeres fatales, encarnadas muchas veces por legendarias figuras  de la Antíguedad o del Antiguo Testamento. Desde Elena de Troya  hasta Judt Dalila y Pandora, pasando por Salomé que consiguió la cabeza de Bautista. Como muy bien denuncian las feministas, la mujer fatal esconde el prototipo de una fémina que imita al hombre, tiene todos los defectos masculinos y poco de sus virtudes.
Negando como un defecto la curiosidad o la ambición, recordemos que la serpiente le ofrecio a Eva el saber igualarse a Dios. En la mujer fatal no deja de ser una creación de los hombres, los hombres reflejan su miedo frente a lo femenino, que a ellos les resulta fascinante y misterioso.
La mujer como creadora de la vida a través del parto y la propia menstruación como fenómeno extraños al universo varonil. No hay que extrañarse que los primeros grandes Dioses fueran femeninos, recordemos a la diosas madres.

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