domingo, 24 de noviembre de 2013

PRASUNTA

Presuntamente Rosario Porto asfixio a su hija Asunta, con sus propias manos. Presuntamente se le acusará, ira a juicio, la condenarán y pasará algunos pocos, años en la cárcel, porque no se ha reformado el código penal y las condenas no se cumple en su integridad. Presuntamente, los guardias civiles que pelulan por Gibraltar levantando ampollas en el primer ministro gibraltareño, son terroristas, porque el lo dice y amenaza con disparar, como en el antiguo oeste americano. Presuntamente, los padres de Asunta pasaron todos los redares que impone los de adopciones internacionales para coger un crio y hacerlo tuyo...los cursos, las valoraciones e incluso los tamices en China. Presuntamente, el gobierno tenia una deuda de honor con las victimas del terrorismo, pero solo les dio doctrinas parots, que a nada llevaban mas que a Estrasburgo le dijeran -en su cara- que era una infamia. Presuntamente, Asunta era una niña feliz, vivaz, entonaba las mismas adolescencias que cualquier otra, pero con mejores notas, mas elevados rendimientos y aún así la doparon, la asfixiaron y trabaron una historia kafkiana, para deshacerse del cadáver y no quedar inculpado.
Presuntamente, si va a una manifestación que sea para reclamar derechos y no para clamar porque el aborto se extinga totalmente, o con las tetas o rezando una ave Maria, los policías que te refrenen en tus ansias liberadoras no podrán ser gravados mientras te dicen amablemente, que dejes tu actitud provocadora, porque arrean con multas de miles de euros.
Presuntamente, la vida es una caca sin luxe, porque tienes bemoles tener toda la vida por delante, que a tu madre se le hinchen las narices y que te asfixie, con sus propias manos. Presuntamente, estamos en una democracia donde podemos ejercer nuestros derechos, votar a quien nos dé la gana, reclamar salarios debidos, indignarnos por no recibirlo, juntarnos, perjurar y bramar en arameo, pero, en realidad, nos multan y nos encarcelan, nos ponen cuchillas a nuestro paso y nos traban las piernas, para que hagamos el paso del ganso, aunque no queramos.
Presuntamente, su madre mató a Asunta con presunción de inocencia. Presuntamente, gozamos de libertad para soñar lo que nos dé la gana, para enlodarnos las manos con futuro que no llegarán a la esquina y europeísmos, que nos molerán las espaldas con títulos de licenciados y trabajo a tiempo parcial de camarero, porque siempre nos quedara el carnaval, el decimo de lotería en el bolsillo y Montserrat Caballé,  atada a las manos de Bustamante, desgañitándose enterita, presumimos y nos constatamos, que por el vil metal, que hizo que Urdangarín alternara con la realeza y organizara desde sus sociedades, el beneficio de establecerse, sin tropiezos en la alcurnia.
Presuntamente, había barro en las manos de la madre, barro y saliva, no real, sino virtual, de mala sangre, porque para matar y no morir por tus hijos, hay que tener malas entrañas. Presuntamente, aún respiramos, pensamos y conjeturamos y nos encarcelan por ello.

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