sábado, 6 de mayo de 2017

                                                                RIESGO DEL CONSENTIR

El maestro Julián Marías titulo hace años uno de sus articulo con este mismo nombre. Desde entonces ha vuelto con frecuencia al tema, pues los efectos que nuestro filosofo adelantaba en él se han echo bien evidente en la actualidad.
Vaya por delante que soy el primero en comprender la complejidad del mundo en que vivimos, las distintas cara que muestra cualquier cualquier realidad, la variedad de opiniones contrapuestas que resultan de su consideración. En definitiva, la dificultad de mantener un criterio e, incluso, de aplicar la medida que parece más lógica y justa. Entiendo por ello las dificultades que hoy tienen quien poseen responsabilidad política, religiosa, económica, familiar o varios campos a la vez para ejercer la autoridad en cada caso que le corresponde en cada caso. Cualquier asunto que se mueva desequilibra otros, pudiendo a llegar a suscitar reacciones violentas, dependiendo de su alcance.
Pocas veces como ahora ha existido tal diversidad de valoraciones sobre cualquier cosa. No digamos
ya las que son importante. Jovellano recordaba en el lejano siglo XVIII y de ello tuvo buena experiencia, la necesidad de contemplar las reformas, incluso cuando son necesaria o conveniente, calculando al ponerlas en marcha la tupida red de relaciones en que se insertan, las inercia y la variedad de combinaciones nuevas que se tejen alrededor cuando se aplican.
Sin embargo, tales complejidades no debieran  anular, cuando toque ya a quien toque, el legitimo uso
de la autoridad siempre que sea necesario. Con mayor motivo si el tema urge o la situación sobre la que si es preciso actuar se deteriora. No hacerlo o no hacerlo a tiempo, provocaría efectos pernicioso
que pueden afectar  a tan variado ámbito como la justicia, el buen gobierno o el bien común en general, sino varios de ellos a la vez. Sin olvidar la pérdida de su valor ejemplarizante.
Viene todo esto a cuento de lo que se suele pasar hoy entre las personas llamadas por su cargo o función  o comprometerse en la toma de decisiones, necesarias aunque a veces difíciles por el desgaste político que conlleva y los riesgo (independientemente de que se deba minimizarlo todo lo
que se pueda) a que van asociadas ya sea para contrarrestar peligros, defender la legalidad, responder la justicia castigando al culpable o reprimir conducta abusiva contra los sectores más débiles de nuestra sociedad. Ante la urgencia de una respuesta, la autoridad no puede quedarse iniciativa,  ni su titular cruzado de brazos; por el contrario, ha de evitar que el problema se agrande o dejar que se pudra.
Quienes somos padres o profesores, cuando no ambas cosas a la vez, sabemos que cambiar autoridad por regalos o inacción  no suele ser nunca una buena medida. El beneficiado se cree y sabedor de la debilidad de quien debiera reprenderle, desea de él  aún más favores. Popularmente suele citarse como ejemplo el de Hitler durante el tiempo  previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Temerosa de conflictos  las potencias las potencias democráticas buscaron aplacar el Fuhrer y evitar así el conflito haciendo concesiones o mirando hacia otro lado cuando se produjeron los primeros desguisados del dictador. Los resultados son de sobra conocidos. Y, salvando la distancia, el telón de fondo es el mismo de los independentistas catalanes, a los que de la misma forma, se quieren aplacar con más regalos.
Sucede también  a otra escala menor, cuando un maestro, para evitar que el chico se ponga impertinente , grite o cometa falta mayores, decide comentarlo dándole mas facilidades, y no tomando en consideración su reprobable conducta. O con ese padre  poniéndose de parte del hijo amonestando amenazando al maestro. Y asimismo, cuando al maestro. Y asímismo,cuando, cuando por interés o miedo a actuar contra el agresor, la autoridad le apoya en contra de la víctima, a la, mas inri, a veces se acusa de provocarle.
El abandono de la autoridad puede tener varios orígenes: evitar complicaciones,temor a salir de los medios, el deseo sacar beneficio de la inacción, de pasar a otro la patata caliente, o esperar del problema que se resuelva que se resuelva solo. El riesgo que se corre es tener luego que asumir otro
mucho mayor, o no llegar a tiempo por estar ya el mal bien consolidado. Y e de haber contribuido a la
vez a crear una sociedad más escética, sin capacidad de reacción ni de autodefensa, adocenada inútil para asumir el más mínimo sacrificio. Por aún, la responsabilidad de haber fomentado un universo de
contravalores y de podredumbre moral. En definitiva aumentar los riesgo de consentir de lo que escribió  María.

No hay comentarios:

Publicar un comentario