viernes, 2 de diciembre de 2016

                                                                   UNA TUMBA AL SOL

El escrito Fernando Iwasaki nos conto que Guillermo Cabrera Infante estuvo a punto de pasar sus últimos años en la Rinconada uno de esos pueblos que prospera junto a un meandro del Guadalquívir.
El autor cubano no quería que lo enterrarse en Londres, la ciudad que lo acogio cuando tuvo que huir del paraíso castrista y buscaba una tumba al sol que le recordarse a su Caribe natal. En una visita al domicilio de Iwasaki conoció el pueblo sevillano, que no le pareció un mal lugar para esperar a la parca y, con la ayuda del autor de Inquisiciones peruanas inició la búsqueda de una casa. La enfermedad que ya le asediaba, sin embargo, avanzo demasiado de prisa y Cabrera Infante falleció en la capital británica en 2005 muy lejos -y no es solo una cuestión de kilometros- de los añorados campos soleados.
Cabrera Infante es solo un ejemplo de las decenas de miles de cubanos que por motivos políticos sexuales o económicos -la opresión adopta diversas máscaras tuvieron que abandonar Cuba mientras que aquí en España, un grupo nada desdeñable de políticos, intelectuales y periodistas se permitían
la ognominia de insultarlos, a veces de manera taimada y meliflua, otras de forma directa y gruesa.
Durante todo el fin de semana hemos vuelto a sufrir - no podemos expresarlos con otros infinitivos-
la procesión de personaje repitiendo todos los tópicos que justifican al castrismo. Debe de ser triste ser el palmero de un hombre-regimen que, tras cincuenta años de poder absoluto, ha dejado a su pueblo en la indigencia económica política y moral más absoluta. Apenas un chiste del disidente Carlos Payá -Dios lo guarde mucho tiempo-  nos redimió la noche del sábado del estupor: "si pones un comunista a gestionar el desierto del Sahara, a los seis meses comenzará  a escasear la arena".
La risa abriendose paso en medio de tanta suciedad. Bravo.
Castro ha muerto y el castrismo vive. Dejemos a la persona descansar en paz y no demos tregua a su herencia más nefasta. Cuba no es un país cualquiera y, en España, aún la sentimos como uno de esos miembros fantasmas que todavía reclaman su presencia en el cerebro después de haber sido amputados. Nunca hemos superado del todo el trauma del 98. Por eso la lucha de la desidencia cubana en Miami o en la Habana es nuestra lucha. Sin equidistancias. Es derecho universal bien conocido:todos tenemos derecho a disfrutar de una tumba al sol.

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