sábado, 3 de diciembre de 2016

POR LA ESPALDA

                                                                    POR LA ESPALDA

Amaneció un día azulado con presagio -en la lejanía- de lluvia. Ya en el súper puede ver arreciar a través de las lunas,confirmando que una vez más un meteorólogo se ganaba su sueldo.
Por el costado entró el, difuso y melancólico , exactamente igual que cuando lo veía por el plasma. Allí -cuando parecía muñequito escanciado por la publicidad, las  modas y las idioteces de cerrar audiencias- me caía  fatal y ni siquiera la pertenencia al mismo lugar me hizo perpetrar hacia él la más mínima simpatía.
Pero todo fue traspasar aquella puerta y volverse cotidiano que me encogio el alma como solo puede hacerlo un niñó ante un juguete destrozado. Le apuñalaron por la espalda y aún cojea de ese lado con el pelo cano y la mirada infinita.
Es lo tópico de la televisión que engulle sin tragar más músculos faciales y huesos leporinos de sonrisa congeladas en un instante,  que se nos hace eternos por que no parece que no parece que los idiotas puede ser sabio y los desgraciados batir a la fatalidad. Es gomoso ser marioneta de circo bien pagado y hacer el penco sin escrúpulos, cuando una productoras te pone los billetes a caldo abierto.
Sobre todo porque es casi imposible no desearlo cuando te explotan por dos duros  y te cree que tu especialidad, de ser mas borde o más guapa o llorada de solemnidad, es cualidad indispensable para
llegar y besar el santo de alzarte con bolsa llena del premio. Luego la vida que es una perra resabiada -pone a cada uno en su lugar y los pobres muñequitos rotos vuelven a casa  sin ser navidad, sino un inicio de diciembre lluvioso entrando por un costado en total anonimato.
No es la primera vez, no se crean que veo caras afamadas por el plasma descender a los vericuetos de la normalidad con problemas como tenemos todos de hipoteca, niños y factura. No es la primera, ya les digo, pero me deja un sabor metálico de miseria, de caducidad, de hastío. Porque le engañan como a los patos de paso que solo tienen que seguir volando para llegar a la siguiente parada, pero el reclamo  de un cazador le hace voltear el vuelo, detenerse, cabecear y caer, embutido por un plomillo en mitad de las plumas. Son puñaladas trasera de otro que caerán a su vez porque solo la tierra nos espera, no la inmortalidad, ni la fama, ni la gloria eterna.
Solo seremos tierra mojada por el ritmo de los planetas, por la lluvia agorera y las ofertas de los polvorones que nos hacen voltear el vuelo seguro, truncados y caer como idiotas, apuñalados por la espalda en la mitad de la nada, sin saber qué hacer para preservaenos de esa burbuja enorme que nos asfixia desde que nacemos hasta que explotamos dentro de ella. Todos carne de cañón de imposiciones, de destino trazados y viricuetos ya descubierto por alguien que fue más audaz  y nos quiere ahora cobrar el paso.

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