lunes, 29 de junio de 2015

GANAS DE TÍO

El lunes no fui a trabajar. Me quedé en casa. La nochecita que pasé no se la deseo a nadie. atiborrándome de nolotiles voltarenes u pomadas. Me pesaban los brazos y tenia agujetas  hasta en las pestañas. Estoy echo un cromo. Y todo por culpa de mis hijos. Mejor dicho... por culpa mía. Fue el día anterior, el domingo. Estaba con los amigos y mi hijo me pico para jugar al fútbol. Estaba hasta la colcha de choricitos  a la brasa , filetitos de ternera, pan de campo, chuletitas de cerdo y cerveza mucha cerveza. ¡Venga papá  juega conmigo ! Y ahí estaba yo, desplegando la técnica adquirida durante años. Un toque seco y el balón ascendió hasta votar en mi rodilla, de ésta hasta el pie derecho y después al izquierdo, y de ahí a la cabeza. Mire de reojo. Todos se asombraban de mi maestría con el esférico. Mi hijo flipaba. Se incorporo uno de ellos y, en menos de un metro cuadrado, le marque dos regate que le deje sentado. Aplausos. No cabía en mi cuerpo. Después, un toque con el interior de mi pierna derecha y el balón se colo por la escuadra como un rayo. Más aplausos. Otros amigos se calentaron y saltaron al campo. Desplegué  todas mis habilidades.....¡Durante cinco minutos más! No podía. Se me salia el corazón por la boca. Tuve que sentarme, abatido. Oí algunas sonrisas burlonas a mi espalda. ¿Donde quedó ese Esteban que jugaba al squash, al tenis al fútbol? Aún recordaba esas incursiones por la banda, sorteando jugadores, regates imposibles, rápidos repliegues de vuelta a la defensa. Y allí estaba ahora. Desparramado en la silla. Rendido por la evidencia  física. ¡Vamos, papá, juega! Ni de coña, pense. Minutos mas tarde, me repuse e intente levantarme. ¡Dios la espalda, las piernas....!. Parecía que me hubiera atropellado un trolebús. Con esfuerzo acabó el día y cuando llegue a casa  caí rendido en la cama. Total, que me levante el lunes como pude arrastrándome en zapatillas llegué al baño . Me puse frente al espejo, mirando el reflejo de un gachó en bata, despeinado, con media barba, ojeroso, barriguita cervecera y encorvado por el dolor de la espalda. ¡Hay que tener ganas de tíos , pensé. Volví a la cama. A soñar con cualquier tiempo pasado. Cerré los ojos y sonreí al recordar el recital futbolistico del día anterior. Sí, fueron solo unos minutos de gloria con el balón, pero aún perduran. ¡Que toques, qué control!. Aún recuerdo el rostro orgulloso de mi hijo al verme...pero también el choteo de todos al ver mi retirada. En fin que hoy me apunto a un gimnasio. De esos que tienen piscina, spa y sauna y todas esas cosas modernas. Debo recuperar mi apolínea figura...¿Que tiemble el Carranza que en dos meses estoy de vuelta a los terrenos de juego! Lastima que haya acabado la Liga. Aunque, ahora recuerdo, este fin de semana tengo otra barbacoa de retinto en Villaluenga...y la semana que viene una fiesta ibicenca en los Caños. Bueno, mejor me apunto al gimnasio el lunes.

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