martes, 22 de octubre de 2013

RIO SALADO

Cierto grado de masoquismo afecta a los españoles. Todos conocen y recuerdan la derrota  de Don Rodrigo en Guadalete frente a las huestes musulmanas. Pocos ni recuerdan ni conocen la gran victoria de Alfonso XI en el rio salado si ni fuera por algunas estatuas conmemorativa en el campo de Gibraltar (Algeciras y Tarifa). ¿Por qué tubo tanta transcendencia? porque después del triunfo de la misma sobre los benimerines (los Banu Marin del desierto), no tuvieron lugar ningún intento de invasión el Norte de África, limitándose los reyezuelos marroquíes a la practica de la piratería. Al contrario se intentaría y conseguiría por los reyes cristianos conquistar plazas marroquíes  como medida de previsión. La toma de Granada por los Reyes Católicos ocurriría posteriormente. Este rey desciende a la vez de otros grandes monarcas como Alfonso X, el rey Sabio y Fernando IV que murió de forma prematura, dejando a la animosa y valerosa reina María de Molina como regente. Este Rio Salado no resulta de difícil localización. Porque en la geografía gaditana abunda las corrientes de agua saladas que además tienen esta denominación. Su salinidad no tiene procedencia marítima sino que su origen lo tiene en el contacto hídrico con formaciones salobres. Se pueden observar arroyuelos salobreños en las cercanías de Rota, Coníl, y Trifa. La mayor parte  de geógrafos e historiadores coinciden en situar la victoria del Salado en esta ultima localidad. Una de las características  de esta batalla y triunfo fue la colaboración como en otras tantas ocasiones de los otros reinos peninsulares como Navarra y Aragón, cuya marina de guerra surta en Cataluña, auxilio como en otras ocasiones a  la castellana en aislar a los invasores de sus bases africanas. El auxilio de las flotas aragonesas no eran gratuitos sino a cambio del botín y plazas comerciales. Gibraltar que se reconquisto con ocasión de esta guerra fue una de esas plazas comerciales cedidas en la ocasión al reino aragonés, posteriormente pasaría de nuevo a manos castellanas Precisamente Alfonso XI muere victima de la peste negra en el sitio de Gibraltar, único monarca  europeo afectado por la enfermedad. Su entrañas se enterraron en un primer momento en cumplimiento de su voluntad en el alcázar jerezano. Posteriormente sus restos fueron trasladado al alcázar  de Sevilla y a la iglesia de San Hipólito en Córdoba junto a su padre Fernando IV.

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