Una cosa es que los asesinos los que afecta la "doctrina Parot" merezcan pudrirse en la cárcel durante el resto de sus vidas y otra bien diferente el que tuviera que ser un mal parche el que se encargara de enmendar la ley original para alargar sus condena. Es esto, y no otros asuntos sobre lo que Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha pronunciado. Estrasburgo no ha tratado sobre si es lo mismo matar a una persona que a 23, no era eso lo que se juzgaba porque la sentencia hubiera sido otra. Ha aplicado un veredicto sobre la creación de una norma "ad hoc", de aplicación con efecto retroactivo para tratar de retener en prisión a condenados que ya deberían haber quedados libres. El fondo de la cuestión es que si Estrasburgo da luz verde a la "doctrina Parot" hubiera abierto las puertas a la creación de leyes que consideren como delitos hechos que hoy no lo son, con el peligro que conlleva. Endurecer las penas era necesario, pero solo podría aplicarse a delitos ocurrido desde dicha reforma. El problema no es de Estrasburgo, fue la buenista legislación bajo la que fueron juzgados estos mediáticos asesinos la que les permitirán salir a la calle. Es compresible que victimas del terrorismo, familiares de las asesinadas por los violadores y cualquier ciudadano de bien quieran que estos degenerados no salgan nunca de la cárcel, pero, por desgracia, eso ya se juzgo hace muchos años.
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