martes, 28 de febrero de 2017

                                                                          PODER ANDALUZ

El objetivo del 28-F era consolidar un poder andaluz. Esa fue la motivación  de aquel referéndum de 1980 que marco el principio del fin de la UCD de Suárez (tras la ruptura por su marcha atrás en la autonomía andaluza). Fue el principio del éxito del PSOE graciasa Felipe y su carisma andaluz, pero también gracias a las habilidades de Alfonso Guerra para otorgar credenciales de buenos y malos andaluces . Y gracias al rol asumido por Rafael Escudero, entonce presidente de la junta de Andalucía, que fue mas andalucista que nadie.
Eran los años en que el PSA de Alejandro Rojas - Marcos, Luis Uruñuela y Miguel Angel Arredonda contó con grupos propios en el Congreso de los Diputados. Cádiz era la provincia en la que el andalucismo cosechaba mejores resultados; entre otras cuestiones porque Pedro Pacheco arrasaba en Jerez cada vez que se votaba. Almeria fue la única provincia que no hubo apoyo suficiente a la vía del articulo 151 de la constitución; o sea, para que Andalucía fuera una autonomía de primera, frente a las 143, que serian de segunda.
Ese privilegio  (que estuvo en el origen del referéndum) se perdió. Tras la armonización autonómica, las comunidades pasaron a ser mas o menos iguales. Eso si, con sus competencias transferida, con sus consejerías reluciente y con un aumento del empleo publico, gracias a la creación de numeroso organismo autonómicos. Pero con el tiempo, las únicas autonomías de Primera División ya sólo era el País Vasco porque ETA seguía asesinando y eso condicionaba la política en toda España. Cataluña porque la CiU de Jordi Pujol tenia los votos para poner o quitar el Gobierno de Madrid cuando PSOE y PP no alcanzaba la mayoría absoluta. Ese peaje lo pago Felipe, pero también Aznar  con el pacto del Majestic.
Andalucía se encuentra ahí abajo donde aún sigue. A pesar de la segunda Modernización a pesar de los fondos europeos, a pesar de las competencias transferidas, sigue ahí abajo. Aparece en la cola de casi todas las clasificaciones del Estado del bienestar. Y, en cuatro décadas, el andalucismo se ha difuminado. En lo político ha desaparecido. El PSOE, que lo utilizó, no lo necesita para seguir gobernando.
En la realidad cotidiana somos andaluces porque vivimos aquí. El poder  andaluz solo se tiene en cuenta, solo es significativo, a la hora de contar votos. Porque en Andalucía vive uno de cada cinco españoles. En cantidad no nos gana nadie. Pero esa fuerza no se aprovecha, siempre se ha utilizado para el beneficio de otros.

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