jueves, 16 de febrero de 2017

                                                               SENTENCIAS

Las sentencias deberían servir para tranquilizar la población, no para escandalizarla. La gente de bien piensa que la sociedad se ha dotado de un sistema judicial que, con todo sus defectos, permite relegar la venganza, la ley del talión o cualquier otro sistema primitivo , quizás mas justo pero mucho menos civilizado. reconocer la autoridad de dicho sistema en vital para que la sociedad se sienta segura. No siempre sucede.
Nos hemos acostumbrado a que los fallos judiciales ocupen las portadas de los periódicos y a que,lejos de tranquilizar y restablecer el orden, provoquen asombro cuando no indignación. Los juicios acaparan los noticiarios porque en el banquillo se sientan desde miembros de la corona a folklórica políticos de toda ideología, sindicalista, empresarios de renombre, banquero y demás gente de buen vivir. Cuando el que se sienta en el banquillo es un desgraciado a nadie le da por pensar que el tribunal ha sido tocado o influenciado, pero cuando ocupa el banquillo el yerno del rey, el ex presidente de una comunidad autónoma o cualquier persona de peso las interpretaciones se
disparan y hay comentarios para todos los gustos. Sabemos que cuando salga la sentencia del caso
Undangarín no contentará a nadie, lo condenen a los que condenen y, los verdaderamente enjuiciado
serán los magistrados a los que ha tocado en suerte semejante patata caliente Gajes del Oficio.
El agravio comparativo ante casos  de corrupción es lo que mas desconfianza infunde en la justicia
Mi mujer no entiende que los Pujol se paseen tan campante por la calle y que el patriarca ejerza de confundido y que haya heredado las minas del rey salomón. Le llama la atención que en Cádiz  una suerte de martillo de la corrupción política, haya tantos casos y tantas sentencias condenatorias que por ahora, todo hay que decirlo,va siendo confirmada por el Supremo.
El otro día en este mismo articulo compartían protagonismo Pacheco y Luciano Alonso, Uno condenado y otro absuelto por casi lo mismo, colocar fantasmas de su cuerda en organismo políticos.
Le intento explicar a mi mujer que no hay dos casos iguales, pero me dice, si claro uno se lo ha montado mejor que otro y no le ha perdido la soberbia. En mi catequesis jurídica, le insisto en que todos somos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario pero siempre me da la misma respuesta: unos más que otros, de toda la vida.

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