miércoles, 1 de febrero de 2017

                                                           FIRME USTED AQUÍ

Un acuerdo entre dos partes va a misa, y si escriben sus términos y firmas en una servilleta de papel de una venta de carretera, con lamparones en vez de timbres y sellos, también se considera "perfeccionado". Con mayor o menor forma, las partes acuerdan algo: una compraventa de borregas, un matrimonio un taller de MINDFULNESS en la sierra o la hipoteca de un piso en la playa. O sea, que quienes algo contratan están enterado -es una suposición- de lo que firman y a lo que se compromete. Con las cláusulas suelo sucedía eso; a ningún hipotecado se le ponía un revolver en la sien para que firmara el contrato, aunque éste estuviera una cláusula ventajista. Que era abusiva lo reconoció de manera pusilánime nuestro nuestro Tribunal Supremo, y lo reconoce ya sin embages el tribunal superior europeo competente: menos mal que nos queda
BRUSELÁS (con permiso de Siniestro Total).
Sobre la libertad de firmar el contrato y la obligación de cumplir cada parte de sus compromisos solemos escuchar los argumentos severo de quienes no firmaron hipotecas ninguna, ya la amortizaron o, sencillamente, heredaron bien: "No haberlo firmado ya eres mayorcito: ahora a pagar". O a ser desahuciado pero ha mantener la roncha, quizá con traspaso MORTIS CAUSA a tus herederos.e
Todo ello sucedió con ciertas connivencias mas o menos justificables. De las palmas con la que te jalea tu propio banco para darte una hipoteca sin problemas con coche nuevo, romería TUTIPLÉN o crucero sandunguero incluido. Con los mensajes también estimulantes de los gobernantes y conspicuos analistas, ¡ay, qué de patinazo ilustrados! Y con de los propios notarios que daban fe pública de que a su pelquérrimo despacho acudieron dos partes libremente para estampar sus rúbricas en los documentos que él también firmaba, por pares cada día. Ayer leíamos
en este periódico una frase autoindulgente y muy corporativa  del decano de los notarios andaluces:"Los notarios no cometimos ninguna irregularidad en las cláusulas suelo". Su papel, ya vemos no es hacer una persona no formada financieramente (el 90% de la población, aventuramos) que va a firmar algo que puede costarle diez mil euros más de lo que debería costarle.  Que de ellos, cabe colegir, no debemos esperar ese tipo de advertencias. Su oficio es otro. Un menester que parece ver la luz al final del túnel de la Gran Recesión: las hipotecas, ya sin cláusulas suelo, han repuntado un promisorio 13% en el ultimo año.

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