miércoles, 4 de noviembre de 2015

ESTÉTICA

Mujeres y hombres jóvenes, y no tan jóvenes, recurren a nuevos tratamientos sin cirugía.
DE LA CLÍNICA A LA OFICINA.
Autoestima -Quedarse sin trabajo o acudir a una entrevista para conseguirlo, entre los motivos que llevan a hombres y mujeres a someterse a un tratamiento.
Ya solo se acude a una clínica estética para borrar o planchar arrugas sino para subir la autoestima, acceder a un puesto de trabajo o mejorar en el mundo laboral. Mujeres y hombres, jóvenes y no tan jóvenes, recurren a nuevos tratamientos, sin cirugía, que ponen al mal tiempo buena cara.
La sociedad ha pasado de imponer un canon de belleza a exigir la eterna juventud, una presión que merma l autoestima y convierte casi obligada la visita a un médico estético para paliar el paso del tiempo. Así lo constata los centros especializados que ven cómo los hombres han dejado de pasar de largo frente a sus puertas.
Quedarse sin trabajo y enfrentarse a una entrevista para conseguirlo es uno de los nuevos motivos que llevan a hombres y mujeres a meterse en un tratamiento de belleza, explica la doctora Sofia Cueto, codirectora de la clínica de medicina estética Mira+Cueto.
Cueto asegura que el paciente quiere aumentar su seguridad y autoestima  con un tratamiento que le haga verse mejor frente al espejo, y así disponer de fortaleza necesaria para afrontar la búsqueda de un empleo.
"Cada día vivimos más, nos cuidamos más y llega un momento que a pesar de sentirnos llenos de energía, nos miramos al espejo y la cara no acompaña esa actitud" afirma.
La doctora relata cómo algunos de sus pacientes masculino se han sentido amenazados viendo como sus compañeros más jóvenes "les come el terreno en el trabajo desde puestos de responsabilidad, a los que han accedidos de manera rápida, en estos tiempos de crisis" y sienten la necesidad de "transmitir" que siguen "fuertes" a la hora de llevar adelante sus proyectos.
El rostro de los "senior" suele reflejar signo de cansancio, ojeras, flacidez o arruga y transmite imagen triste y abatida que no se corresponde con su actitud vital y arrolladora. Una contradicción que les hace decender en el escalafón laboral.
Incluso hombres más jóvenes sienten esa presión profesional y deciden actuar y ponerse en manos de especialistas.

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