martes, 9 de diciembre de 2014

UNA OPORTUNIDAD

A veces, nos damos la oportunidad de que alguien nos demuestre lo que es capaz de hacer, lo que es capaz de ofrecer. A veces simplemente es que ni lo escuchamos. Esa sensación tan común, de estos tiempos en que muchos andan pidiendo la oportunidad de mostrarse para poder demostrar que nadie les había abierto las puertas. Hay personas con una capacidad infinita esperando que alguien les brindes la oportunidad de ejercer, están llenos de ilusión, de ganas, sin embargo, aguardan una semana, un correo, cada día, cada semana. A muchos he visto en la desesperación más absoluta, llamando uno por uno a todos los contactos de una guía de teléfono que cada vez tiene menos amigos,y para una vez que le cogen el teléfono siente la desdicha de sentirse ignorado y lo que es peor, como si estuviera pidiendo un favor. Lo peor de todo esto, es que mucho de los que se suponen que tendrían que atenderlo suelen estar muchísimo menos preparados, sin ganas, ni ilusiones y con una carga tremenda de odio a todo aquel que pueda superarlo, de ahí  que no llegue ni atender a quien pueda superarlo, de ahí que no llegue a atender quien pueda suponer una amenaza directa. Y esto pasa en todos los ámbitos de la vida, entre los administrativo, los electricistas, los porteros, los camareros, los artistas, los políticos, y así un largo etcétera. Y así nos va. Seguimos comandados por la mediocridad, por la incultura, por la ignorancia y no somos capaces de valorar que a nuestro lado hay quien es mucho mejor, tiene mejores dotes que nosotros y sin embargo nadie le ha dado la oportunidad de aportar sus conocimientos. Es lo que llamo la sociedad de los ignorados por los ignorantes. Antes Despotismo Ilustrado, ahora ya Despotismo a secas con aires de creerse ilustrado,
por haber leído cuatro frases sacadas de un libro que una vez le rozó de cerca en el colegio.
Son tantos los que sustenta en su cabeza los aires de superioridad minúscula  que le otorga el puesto, que no saben ni tener altivez suficiente para despreciar a quienes le solicita audiencia. Cuántos ejemplos podríamos poner de estos perfiles tan comunes en cualquier ámbito de la vida. Mientras tanto, los demás, los preparados y que guardan en sus espaldas horas de profunda reflexión y pensamiento, siguen clamando una oportunidad que nunca les llega. Y cuando alguno se muestra y expresa sus pensamientos y sus conocimientos, en seguida los lanzamos en masa  a acabar de golpe con nuestra maquinaría de ignorancia, toda la sabiduría y desarrollo de ideas que nos estaba regalando con su discurso. Injusticia de esta sociedad corrompida, supongo.

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