jueves, 20 de noviembre de 2014

SINDROME CONFUSIONAL

Estamos un poco ajados y no se nos va con la lejía sino que empeora, trapos viejos que nos duele la mandíbula de tampoco reír. No nos entiende nadie porque deliramos, que es la forma culta de decir que no se nos hilvanan las ideas al poco pelo. Podemos o no, ver las encuestas como ganadora de urnas, pero en Cataluña se debaten a impulsos de pétalos de margaritas. No nos entienden nuestros afines, pero si nuestros contrarios  que no tienen inteligencia emocional sino que desgranan nuestros versos, los machacan en el mortero y se hacen collares con ellos. Teresa salio delgada y nos izo admirar, perras que somos, no la valentía de superar una enfermedad mortal y sin cura, sino haber rescatado pómulos y huesos pélvicos en una anatomía, en otro tiempo carnosa. Vemos las noticias y se nos antoja pasada, fútiles y esquivas en un mundo en el que se recicla y donde los machismos y las machadas  están a la vuelta de la esquina. Los de Isis nos revierten a tiempos pasados, a hombres que no lo eran y que asolan a nuestro pueblo con cuchillos, manos abrazadoras de cuello y coche que pasan por encima de mujeres, que hacen lo que les dan la gana. Corruptos siempre los ha habido solo que ahora pisan cárcel y o se llaman Don, ni sacan los campesinos gorras cuando pasan a su lado. La política sigue su curso en un polvorín inestable como es nuestra vieja piel  de cuero engomado por el betún, la manteca colorá  y el espetec. Síndrome confusional que Dios nos ha dado para hacernos perder la chaveta, para salir en procesión de defraudadores, de politimetres y gentuza que salen en las portadas de los periódicos como si fueran víctimas de la barbarie. Justicia que nos da los buenos días y las buenas tardes, sin medios y por politizar que se aprecian mucho lo que discierne controla y limita, por el daño que le hace a los que no quieren ser discernido, ni controlado ni limitado. Los políticos se reciclan y los partidos también saliendo de las redes tan confusa que te hacen ver el amor de tu vida en alguien que ni siquiera existe ni es. Desvocadores de voluntades, millonarios de lagrimas ajenas, sufridores sin agujetas a la espalda, que ahora los contratos a dos horas semanales, te quitan del paro y te dan el hambre. Deliramos y nos quejamos, votamos y no nos representan, nos vociferán y chillamos a la puerta del Parlamento, porque nos amansan como pan antes de meternos la levadura en las extrañas para que levitamos y en horno nos quememos, dorándonos, dejando buena cara en la masa madre. Estamos un poco ajado, un mucho viejo, nos dicen que nos cuidemos, que no trabajamos por nosotros y tienen toda la razón que les falta a los políticos, porque tenemos los ovarios como dos Cataluña.

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