lunes, 29 de septiembre de 2014

LA DERIVA CATALANA

La nueva ley de consultas del Parlamento Catalán acaba de dar un zarpazo a la constitución . Es el primer paso de otros que se avecinan y que me llenan de tristeza. He estado varias veces en Cataluña, pero las que me tren mayor nostalgia son las dos primeras. El verano del 73 trabajé tres meses en la Costa Brava. Barcelona nos atraía por ser la ciudad mas europea de España: el Museo Picasso, las cosmopolitas Ramblas, la calle Tuset, la Cova del Drag, los libros prohibidos...
En el 76 tras dos años de actividad clandestina me tomé un respiro -con la incomprensión del Partido- y volví a Barcelona, donde participe en las principales movilizaciones de la Transición catalana ( en Cádiz me perdi el acto de San Felipe, donde no estaba todos los que eran, y sí algunos futuros arribistas). Recuerdo principalmente tres: una en Sant Jaume, de gran violencia policial, otra muy emotiva en el Palau donde cantamos "L estaca" cogido del brazo, y por fin un recital de 
Lluis Llach. El grito predominante era "llibertat" , amnistía, estatut d"atunomia", nunca independencia. Fueron años en los que Cataluña estaba presente en nosotros a traves de sus autores.
Pi se la Serra, Llach, Sisa, Montllor, Serrat, Bonet, etc, de los que no sabíamos  letras enteras en catalán, como "Al vent" de Raimon. Desde entonce el bellísimo "Viatge a Itaca" de Llach me ha acompañado. A partir de los 80 Cataluña cambió, se hizo mas provinciana. Ya no había libros en las Ramblas, sino revistas porno. Y aunque a los 90 hubo grandes mejoras urbaniísticas, el nacionalismo había ocupado ya todo el espacio político y social, gracias a que las fuerzas constitucionalistas les entregarón a la enseñanza y a la prensa.
Un nacionalismo había ocupado ya todo el espacio político y social, gracias a que las fuerzas cionalistas les entregaron la enseñanza y la prensa.
Un nacionalismo que hoy desafía la Constitución con la complicidad de los socialistas catalanes, que potenciaron a Carod Rovira, y que han votado la reciente ley de consultas; y con la de Zapatero, que incentivo  un estatuto no demandado por nadie. Estoy en contra de la consulta por razones de legalidad democrática. Pero también por razones sentimentales. Yo también siento como el mio el derecho a decidir que me otorga la Constitución sobre una tierra donde viví, trabaje, y peleé codo con codo para traer la democracia.

                                          Escrito anonímo.

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