martes, 19 de septiembre de 2017

RESUCITARA A RATOS

                                                            RESUCITARA  A RATOS

Estos últimos septiembre me doy por muerto. Me he hecho a la idea de que mi año tiene onces meses y uno me tiene a mí. Está la vuelta al cole de mis niños y mi propia vuelta al cole con los horarios por hacer a brazo partido, y este año está la actualidad política que tengo que seguir a duras penas (por que es penosa y es dura y acontece en estos días tan apurado) y me vienen encima algunos eventos íntimo que lo complican todo un poco. En resumen, para no dramatizar, me doy por muerto.
Lo que es una frivolidad, porque hay cosas muchísimo más serias.pero lo hipocondríacos y los ansiosos somos en el fondo, unos superficiales.El reverso tenebroso del pasota: no pasamos de nada. Lo sopesamos todo.
Lo bonito es que el muerto que soy tiene de vez en cuando atisbo de resucitado. Me he comprado un libro de Fbrice Hadjadj que naturalmente, no me ha dado tiempo a abrir. Se titula resucita, y me ha llegado (el titulo) en el momento más oportuno.
A mis hijos no le importa mi estado de nervios: les parece bien. Gracioso. Tengo que recordar, cuando lleguen a la adolescencia y todo -como me cuentan que ocurre- les parezca fatal, que hubo un
tiempo (este) en que ello me veían chispeante, incluso (o más) durante el mes de septiembre. Mi mujer me dice, cuando me la cruzo, que me echa mucho de menos, lo que es romántico y casi justifica tanto trabajo hasta tan tarde. Al salir corriendo de casa,por las mañanas,veo las estrellas hermosas e irónicas. Luego en una reunión, en medio de la vorágine que nos devora, hay momentos para una risa (de humor negro).De pronto,en un pasillo me paro un segundo con unos compañeros y, con los nervios a flor de piel, me excito un poco en una discursíón banal, pero ellos me disculpan el
histrionismo relajante. O al revés:veo que el jardín está maravillosamente silencioso y me siento en el banco cinco minutos que saben a una eternidad, como en la leyenda del monje que oyó al ruiseñor, pero al contrario, aunque es lo mismo.
Todavía me queda (¡madremia!) medio mes, pero voy a empezar apuntar momentos de felicidad para
recordar que incluso en las épocas en la que uno se abandona al destino con ánimo mortuorio, la vida
sabe buscar resquisio para seguir imponiéndose. Todo esto es muy metafórico,pero me hace concebir
esperanza muy literales de que la resurrección siempre nos espera a la vuelta de la esquina, sin darse por vencida.

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