jueves, 5 de marzo de 2015

SONDEOCRACIA

Hasta ahora la democracia se articulaba por la vía del voto. Partidos coaliciones, campaña, noches de nerviosismo de recuento electoral, espectáculos de "todo el mundo ha ganado y nadie ha perdido", reparto de escaño y composición del gobierno con los que de verdad han ganado. Eso era hasta ahora. A partir del mitín de Pablo Iglesias en el teatro de Bellas Artes la cosa ha cambiado. Allí -por virtud de los sondeos electorales- se autoproclamó  líder de la oposición . Inauguro la sondeocracia. Nadie discute ya en España que el mapa político va a cambiar sustancialmente -yo lo he defendido varias veces-. Ese no es el tema. El asunto de fondo es que la voluntad que se cuenta en un sistema democrático es la expresada en la urna mediante el voto libre y secreto y no el expresado a un encuestador ya sea telefónicamente o con carácter presencial.
Aveces las cosas se entienden mejor cuando los razonamientos se llevan al absurdo. Siguiendo el ejemplo del líder de Podemos la señora Marine Le Pen , también diputada en el Parlamento Europeo y jefa del Frente Nacional francés  que adelanta a los demás partidos en las encuestas podía estar reclamando la presidencia de la República francesa, lo que no ha hecho, ni hará.
Del mismo modo se podrían poner otras situaciones similares  en distintos países. Aquí mismo. ¡Que tengan cuidado los alcaldes! Son los cargos que están a pie de la calle y cualquiera que tenga un buen sondeo puede subir la escalera que conduce a la alcaldía darle un empujón al ordenanza enseñándole la encuesta y buscar el bastón de mando y atraparlo diciendo que ya le pertenece.
Ha sido un apto de soberbia y de suficiencia, puesto de manifiesto por vez primera por todos los partidos. No se puede uno reunir con sus partidos en un foro  y auto proclamarse nada, salvo candidato a ser lo que le venga en gana. Pero solo candidato porque los puestos lo dan los votos, como le dieron el suyo legítimamente al Parlamento Europeo.
Es bueno mandar parar. Cada cual que diga lo que quiera, pero los demás podemos criticar la tentación bonopartista de quien quiere arrogarse una representación que -hoy por hoy- no ostenta. 
¿Bonaparte? Se proclamo Emperador y se coronó el mismo.
A los demás se nos puede quedar la misma cara que a Pío VII que iba a coronarlo cuando Napoleón le arranco la corona imperial y se la puso él mismo. Pues eso.

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