martes, 17 de marzo de 2015

PELEAS FRATRICIDAS

Las actuaciones de PP y PSOE para dilucidar quienes serán sus lideres en Madrid están propiciando escenas bochornorsas. Si en febrero los focos estaban centrados en el PSOE y el desalojo forzado de Tomás Gomez al frente de la federación madrileña, ahora es el PP quien interpreta un sainete cuyos protagonistas son el presidente de la comunidad, Ignacio Gonzáles y su antecesora y candidata a la Alcaldía madrileña, Esperanza Aguirre. A Gómez le expulso el PSOE por las obras del tranvia de Parla, que en principio iba a costar 93 millones de euros y acabo saliendo por 256 millones. A Ignacio Gónzalez presuntamente se le ha movido la silla en su partido por el oscuro origen de su exclusivo ático en Marbella. Pero en realidad ni el ático ni el tranvía son las razones verdaderas del cambio. Esas son las excusas. De vez en cuando los partidos políticos quieren renovar sus cúpulas, pero se tropiezan con personajes que han echo de sus despachos un reino de taifas. Entonces la impostada disciplina interna colapsan y queda claro que todo es por el sillón. En los últimos días Esperanza Aguirre no ha parado de discutir con su partido sobre el control del PP de Madrid. Lo indignante no es que ocurra, sino que los políticos se repartan la tarta publica en la cara de unos ciudadanos que llevan ocho años aguantando la crisis y que se preguntan cuándo dejarán estas peleas fratricida para luchar para luchar por ellos, que es para lo que se supone que están.

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