lunes, 13 de julio de 2015

ENVOLTORIO DE LO COTIDIANO

Nos pasamos media vida, entre gesto y gesticulaciones en la rutina de lo cotidiano. Hacemos esfuerzos durante la otra media por controlar tensiones, vencer resistencias y superar conflictos, comunicarnos con los demás, negociar las diferencias y hacer propuestas o sugerencia sobre lo que gustaría conseguir. Entre ocultamientos y evidencia vamos asumiendo los errores cometido como el mejor de los caminos para no volverlos a cometer y de forma lúdica y divertida, lejos de quebraderos de cabeza , jugamos a recuperar nuestras ciudades, rincón a rincón edificio a edificio, plaza a plaza, entre recuerdo y proyectos de futuro, disfrute y pareceres soñares y despertares, entusiasmo y aburrimiento.
Observamos que hay gentes que se mueve entre buenos modales y falsas palabras, complejidades y astucia, histerias e historias, bondades y putadas, bromas y desaires, lo clásico y lo vanguardista, y que cada cual intenta entre saltos y carreras encontrar su sitio en la vida. Vemos como a algunos de nuestros políticos les falta sentido de país, y no están dispuesto a sacrificar algunos de sus postulados con tal de que esto avance, se resuelvan los problemas y los ciudadanos recuperen el protagonismo que les pertenece.
Mientras otros, y odiseas, continúan instalado en la retórica, resulta tragicómico, aquello que mantengan la postura de salvar la humanidad, y sin embargo hay quienes con humanidad y realismo lo que desean e intentan ayudar a resolver los problemas de los vecinos y están quienes dicen predicar la revolución y solo hacen posible la evolución. Resulta comprensible y frecuente que, en ocasiones se nos vaya la pinza , cuando todos deberíamos apoyar, a aquellos que se den a comprender, que entre el decir y el hacer debe haber coherencia, y que la diferencia ideológica no les convierte en enemigos irreconciliables sino en simple adversarios.
También están quienes responden, ignorado lo positivo y centrándose en lo negativo y que afirman con una falsa seguridad el nunca o el siempre, como aquello que todos lo dominan o lo controla, cuando realmente es todo lo contrario.
A veces nuestra negativa resulta tan exageradamente grande que parece imposible superarla y solemos prejuzgar para mal a todo tipo de personajes, sin pruebas ni fundamentos y en el paraxismo  de nuestra retórica amplificamos todas nuestras cualidades negativa infravaloramos las positivas.
Dominado por las emociones toxicas y pensamientos imperativos de aquello de aquello que podía haber sido y no fue, y en el colmo del cinismo y la desvergúenza responsabilizamos de nuestras propias culpas a todo el que se mueva a nuestro alrededor, y etiquetamos de forma despectiva a todo lo que pudiera hacernos sombra.
Nuestra autosuficiencia, insoportable, en ocasiones nuestro perfeccíonismo insufrible o esa inflexibilidad irracional  que impide que veamos  nuestra propia manera de pensar y estar en el mundo, y nos conduce con frecuencia a forma de reaccionar que muchas gentes no logra entender.
Ocurre que frente al derrotismo y la indefensión, es mas saludable mantener una lucidez y una fuerza que nos hace ser militantes del optimismo y constructores de relatos sorprendentes y poesías mágicas, en los que lo mismo podemos encontrar la resistencia de los dioses, colocarle el zapato a la Cenicienta y cazar al asesino en serie.

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