Barack Obama no quiere terminar su mandato sin justificar el Nobel de la Paz que le dieron en 2008. Si la semana pasada cerraba un acuerdo histórico con Irán para limitar el programa atómico de la República islámica, ayer, 54 años después, la bandera de Cuba se izó en Washington. Gracias a un espint diplomático sin precedente, Obama ya no pasará a la historia solo por ser el presidente estadounidense de raza negra, si no también por dar carpetazo a un anacronismo que debería haberse resuelto hace años. El actual programa geopolítico no es, afortunadamente, el de 1961 con una tercera guerra mundial a punto de estallar. En las islas sigue gobernando un dictador, pero en Cuba corren vientos de cambio y para EEUU hoy las amenazas son otras. Parece lógico, pues, las siguiente sea el fin del embargo a la isla. El bloqueo comercial ha demostrado ser un fracaso, ya que Kennedy lo instauro para para provocar la caída de Fidel Castro y acabo justificando al dictador, empobreciendo al pueblo cubano y aislando a EEUU del resto de Latinoamérica. Obama lo ha disminuido sensiblemente, pero es el congreso finiquitarlo y la mayoría en esa cámara es republicana, más reticente en este asunto. El siguiente hito será el 14 de agosto cuando EEUU ice su bandera en la Habana. Sera un paso más hacia la normalización que debe, inexorablemente, concluir con la llegada de la democracia a Cuba.
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