domingo, 23 de junio de 2013

Las críticas a la Constitución gaditana.

Ha predominado en todos estos años sobre la Constitución gaditana un discurso acrítico muy focalizado en el hito que supuso para España en el camino de la libertad. Y no esta mal esa lectura. Pero se han tratado poco otros méritos que le son propios: el afán de consenso, manifestado en el mantenimiento de la Monarquía, el respeto (intolerante) con la religión propia del país y el haber evitado a toda costala repetición de los horrores de la Revolución Francesa.
Pero la Constitución de Cádiz también ha recibido criticas desde su nacimiento. Por ejemplo, antes de morir, Jovellanos se mostró en desacuerdo con loa forma de la convocatoria a Cortes. Desde posiciones liberales, aunque proclive al modelo ingles, Blanco White criticó la intolerancia religiosa, la falta de representación americana, y la falta de conexión entre el poder real y el Parlamento. El liberal Montillán por su parte afirmo que la Constitución era de difícil aplicación. Hoy en día, algunos pensadores consideran que la Constitución errática. Vilches por ejemplo critica que el rey tuviese la capacidad de elegir secretario al margen del Parlamento, pues considera que se potenciaba una rivalidad que terminaría en enfrentamiento, como así sucedió. Igualmente Fusi pone de manifiesto las criticas de los realistas a la ilegitimidad de origen y representación de las Cortes, dado que el mandato era el de celebrar Cortes extraordinarias y no constituyentes y la forma de elección de diputados fue de dudosa legitimidad.
El mismo Pedro j. afirmó en Cádiz que todo lo que 1812 tuvo de pionero del Estado Moderno y de ideales contemporáneo lo tuvo de ineficaz para gobernar y para adaptarse a su tiempo.
Hoy se aprueba a La Pepa por consagrar el predominio despótico del poder legislativo, algo extraído del concepto totalitario de la "voluntad general" de Rousseau, y por tanto por carecer del equilibrio de poderes anglosajón. También por la excesiva desconfianza hacia la institución monárquica y la ineficacia en el funcionamientos de sus instituciones. De toda formas, la mayor parte de esas criticas no se refiere al contenido de las ideas sino a la poca adaptación al país realmente existente.
Los propios diputados gaditanos de 1812 así lo comprendieron conforme maduraron  y contactaron con el exilio europeo, evolucionando hacia un liberalismo mas moderado. Otras criticas actuales a la Constitución gaditana apelan a la falta de democracia y a la ausencia de ideología de genero. Son críticas claramente residuales por acrónicas.

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