martes, 10 de octubre de 2017

GANADORES

                                                                       GANADORES

En el andén de la estación de Cordoba donde el sábado esperábamos el tren a Valencia dos viajeros estaban sumergido en sus lecturas. Uno leía Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Harabal ese escritor de Bratislava que media la felicidad en piscina olímpica de cerveza. La otra leía La guerra del fin del mundo, el apocalipsís de Canudos según Marios Vargas Llosa. Yo elegí permeditadamente un libro ambientado en Barcelona, una de las ciudades más literaria que conozco. Dice Carlos Zanón, escritor barcelonés  hijo y nieto de taxistas, que eso se debe a que es una ciudad sacudida por las derrotas. Ayer vivió una de las rotundas, porque perdimos todos. El libro que abri en el tren se titula Habíamos perdido la guerra. La memoria honesta y valiente de Esther Tusquets
 no describe a la Barcelona nada minoritaria que levanto el brazo y agacho la cabeza para celebrar el triunfo de Franco "La calle era nuestra, y ola ciudad era nuestra". La parafernalia callejera de los vencedores le han recuperado los nuevos dueños de la calle y de la ciudad. El apellido Tusquets, tan unido a la vanguardia, la industria editorial y la arquitectura, tenia los orígenes de su esplendor en una banca familiar. Familia paradójica. El abuelo paterno de la escritora habría muerto según las malas lenguas en un burdel de París. Un tío le salió cura, otro nazi y cosmopolita. El padre de Esther Tusquets era médico pero deserto del bando republicano porque no quería seguir dándole el toro de gracia a los condenados del bando nacional. Su madre, personaje delicioso, era una mujer culta, área y franquista hasta el ultimo día de su vida. En casa hablaban en catalán salvo con las criadas,
que venían de afuera y se tomaban la revancha social preparando todos los días ensaladilla rusa. A muchas niñas de la primera posguerra le pusieron Victoria. La niña Esther Tusquets, que llego a ser falangista se sentia personaje de Mihura en una película de Visconti que hizo la primera comunión en el Colegio Alemán. La burguesía catalana celebró el final de la guerra y su resultado. Favorecía sus intereses. Como ahora parece favorecer la locura secesionista. El libro cuenta con figurante de lujo como Marsé y Gil de Biedma, ahora demonizado por los neófitos barbaro. Algunas niñas que ayer acudiera con su padre a un colegio escribirá algún día Hbiamos ganados el referendum.  Menos mal que hoy vuelve a salir el sol.

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