martes, 16 de febrero de 2016

                                                       ACEPTAR EL DIALOGO

La sociedad que estamos viviendo actualmente está poniendo limite a uno de los atributos humanos que distingue al hombre de los animales, la libertad social.  El sistema democrático que quiere liberar al hombre de las imposiciones autoritaria, de las imposiciones autoritaria, de los absolutismo , de los totalitarismo, de los fundamentalismo. Pero he aquí que, en nombre de la democracia, nos estamos negando al dialogo, al saludo, a las invitaciones, a la tolerancia. ¿Hay algún motivo para aceptar la intolerancia y cerrar el dialogo a compañeros por pertenecer a otro partido por pertenecer a otro partido o a otra ideología?  ¿Hay alguna razón para negar el diálogo e imponer el monólogo como vemos con tanta frecuencia? El efecto contrario a la tolerancia absoluta es la intolerancia salvaje.
El autoritario es una actitud paternalista que nos hace caer en el desprecio a la persona, porque la consideramos incapaz de ser responsable de sí misma. El absolutismo trata a los hombres como niños y cree que que no se puede correr el riesgo de que las gentes sea libre, por lo que se reviste de radicalismo es un amor radicalizado por una tradición de inspiración religiosa.
El Papa Francisco se ha visto obligada a cortar los fundamentalismos que los clerigos han venido imponiendo para conseguir un puritanismo inhumano a veces. Pero es, al mismo tiempo, caer a veces en un radicalismo apoyado en una doctrina moral estricta, que tiene ramificaciones políticas, para manipular y reorganizar a su gusto la sociedad.
El justo medio de la libertad social no puede prescindir ni de la libertad  ni de la autoridad: ambas son necesarias. Para conseguir ese ideal, pone el acento en la libertad y responsabilidad de las personas. Y para conseguir un uso responsable de la libertad, el sistema educativo debe preocuparse de transmitir valores morales pero no se trata de una postura neutral. 
La persona humana es un ser abierto y por tanto, hay que enseñarle a ser libre, sobre todo por parte de la familia y de los centros sociales dedicados a la educación: las escuelas, los institutos, la universidades, los medios de comunicación...
La autoridad política es aquella que trata a los inferiores como seres libres, capaces de ejercer la inteligencia, dialogando sobre las ordenes de la autoridad política y aclarando lo que no entienda, sobre todo se trata de niños.A veces cuando se trata de instrumento o ejercicios que pueden poner en peligro su vida, es necesario un mando sin opción  aunque después se le explique. En principio es más fácil ejercer la autoridad despótica que la política, porque ésta exige el dialogo, la argumentación y una apertura para rectificar, si es necesario, las medidas tomadas.
Aceptar el dialogo lleva consigo no considerarse omnipotente, saber que los demás, y lo que uno propone puede ser considerado peor que otras propuestas. Los que mandan con autoridad despótica,
 tratan a los demás como instrumentos. No obstante, hay que tener en cuenta a los vagos, a los sordos que no se quieren enterar, a los personalistas que buscan el bien propio. Merece la pena aceptar  el dialogo y confiar en las personas, a utilizar el NO,porque lo digo yo.


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