miércoles, 13 de marzo de 2013

CANTOS RODADOS

Aquel amor le rejuvecia a los dos: << Cuando me miraba al espejo creia verme tal como era cuando le conoci. Pero sea cual fuese la ilusión que yo me hiciera a ese respecto, siempre es mejor que envejezca el rostro que el amor. Yo habia mirado el rostro de Sebastian con tanta constancia, que todas las transformaciones producida en el escaparon a mi percepción desde el dia en que le vi por primera vez en la iglesia de
Santa Catalina, y tenia que hacer expresamente comparaciones para convencerme de que tambien en sus queridas facciones el tiempo habia realizado su obra.>> Esto escribe Ana Magdalena que era consiente de la parte de la musica de Bach era debida al amor que le tenia. ¿Habia compuesto Juan Sebastian aquel universo de armonia y serenidad de no tenerla a su lado? Ana era absolutamente consiente - ya desde el mismo dia de su boda- de que << si en alguna forma le hacia desgraciado corria el peligro de malograr su musica >>. ¿Podemos entonces preguntarnos cuantos genios se habrán malogrados por no haber sido suficientemente amados? ¿Cuantas obras musicales o poéticas nacierón  avinagradas porque en una casa los nervios dominarón al amor? Esta idea deberia hacernos recapacitar porque nuestro desamor puede hacer infelices a los de nuestra casa y ademas hacerles infecundos. José Luis Martin Descalzo se pregunta tras leer "Pequeña cronica de Ana Magdalena Bach": ¿tal vez es la falta de << mi >> amor, de << nuestro >> amor, lo que hace desgraciado este mundo en que estoy? La musica que nos eleva , conecta con la realidad mas profunda de nuestro ser, es el vehiculo de relación entre las personas  e intrumento para que dios si existe nos hable.
En estos dias previo a la primavera el patio está repleto de jazmín. El sonido de la musica inunda el alma como el aroma la estancia de la casa, mientra escucho la Pasión segun  san Mateo de Bach.
Qué responsabilidad tiene nuestro amor, y cuanta nuestro desamor. Cómo eleva cada vida nuestra decisión de amar, como tira por tierra nuestra incapacidad de amar.
Si calláramos gritarian las piedras, por eso son los cantos rodados.

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