jueves, 9 de mayo de 2013

LOS HIJOS

Desde pequeño, nuestros hijos han vivido la vida con enormes dosis de ilusión y, sin embargo , al llegar a la adolescencia se dejan ganas por el desencanto y la apatia por los dias festivos en familia. No tienen ganas de celebrar nada sino que mas bien se muestran contrariados. Siempre tienen a punto un "yo paso de este rollo", y cuando les pedimos un poco de entusiasmo nos responden con una cara larga. ¿Que nos hacen padecer pues no queremos que se vuelvan indiferente, a la magia de unos dias unicos en el año?.
Nos gustaria que nuestros hijos vivieran el reencuentro de la familia como algo de vital importancia, sobre todo en una sociedad que no deja mucho tiempo ni espacio para relaciones familiares. Tambien queremos que la convivencia entre varias generaciones fuera para ellos una ocación excepcional, una verdadera fiesta.
Si queremos captar su cariño yo creo que lo mejor es lo siguiente, o a lo mejor me equivoco:
- No deben sentirse en ningun momento prisionero de un protocolo.
-Organizar los festejos de forma que sientan el proyecto como suyo.
- Dejemos que la fiesta este abierta a sus amigos.
- Tratemos de implicarles en los preparativos de las fiestas, el menú la decoración, etc..
- Evitemos la compra de cosas caras y vistosas y convirtamos el acto de regalar en un rompecabeza familiar.
- Empezemos a pensar en ellos.
- Tengamos en cuenta lo que le gusta a ellos y no a nosotros.
- Educar en solidaridad.
- Es una equivocación intentar imponer nuestro criterio, sobre su forma de vestir.
Es normal que un adolescente en epoca de vacaciones quiera salir con sus amigos. Quiza sea la primera vez que plantea esto, a los padres, nos crea inquietud. Ante esto deseamos que nos informe de sus planes, deseamos y hacemos ponernos en contacto con los padres de los amigos, mostramos nuestra inquietud, para que se comprometán a ser responsable, y lleguemos a un acuerdo sobre la hora de vuelta.
En general no podemos predecir la actitud de un quinceañero antes las, fiestas, pues todo depende de las circunstancia particulares de cada familia. Sin embargo, podemos favorecer la aparición de una actitud positiva mostrandonos comprensivos y abierto al dialogo.
Lo que no podemos ser un dictador con los hijos. Y exigirle lo que nosotros creemos pero que nos podemos equivocar para nuestros hijos.

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